Por qué los niños tienen rabietas
La ira o rabia es una emoción humana básica que surge del sentimiento de frustración que el niño experimenta cuando encuentran una discrepancia entre lo que creen, esperan o desean que pase y lo que sucede en realidad. Esta emoción se caracteriza por un aumento en la actividad hormonal y nerviosa, la temperatura y el nivel de contracción muscular.
Por otro lado, el niño que la experimenta tiende a fijarse sólo en el lado negativo de las situaciones y está predispuesto a “defenderse con uñas y dientes” ante cualquiera. Sus cachetes se sonrojan, aprieta los puños y adopta una postura rígida.
La ira tiene dos caras, por un lado, puede actuar como una fuerza motivadora para superar obstáculos, como un instrumento de defensa o defender a otros, produciendo en algunos casos resultados positivos. Por el otro, también puede llegar a lastimar a otras personas, a producir conflictos y a desarrollar conductas violentas.
Enseñando al pequeño a controlar la ira
Una tarea fundamental en el desarrollo del niño, es que aprenda a controlar la emoción de la ira y manifestarla de manera más positiva e inofensiva.
Se debe entender la oposición iracunda del niño a los padres como una forma de comunicarles que no entiende lo que está pasando a su alrededor, por lo que no debe interpretarse como algo negativo.
Ante un niño que utiliza la ira, la conducta más apropiada que pueden adoptar los padres es mostrarse como modelos positivos para sus hijos, demostrándoles cómo controlan su propia ira ante la conducta del pequeño y la transmutan a otras formas de expresión más aceptables y útiles.
Otra forma en la que los padres pueden ayudar a disipar el enojo del pequeño es invitándole a realizar juegos de actividad física; diciéndole algo como “¿por qué no vas a jugar un rato con tus amigos hasta que se te pase el enfado?” o preguntándole si desea hablar de lo que le ha hecho enfadar. No obstante, si el enojo se hace excesivo y los padres no logran corregir las situaciones que desencadenan los ataques de ira, pueden consultar a un profesional que les oriente a ellos e intervenga en el trastorno conductual de su hijo.
A veces el ambiente está cargado
Los niños, al igual que los adultos e incluso más, suelen ser influenciables por el “buen rollo” que se respira en el ambiente familiar o escolar. De esta forma, el niño puede actuar con ira ante situaciones que le desagradan porque sus padres utilizan el enfado como la forma más habitual de expresarse, con lo que los pequeños imitan e interiorizan ese “lenguaje agresivo”, comunicando sus deseos y frustraciones a base de gritos y pataletas.
Por ello, ante un niño que siempre está enfadado habría que platearse preguntas acerca de qué le hace enfadar, si su conducta se ajusta al patrón de comportamiento familiar o al contrario difiere totalmente, si se comporta de la misma forma en todos los contextos en los que se relaciona y si es capaz de modificar su conducta cuando se le corrige.
Jenny Guerra Hernández – www.AprendeFacilmente.com es la creadora del sistema de psicopedagogía creativa y coordinadora del equipo de Fácilmente.
Registro automático