El estrés antiguo como la humanidad
En EU, se estima que se pierden anualmente 80 mil millones de dólares por esta "novedosa" enfermedad: el estrés. De hecho, Japón vive uno de los sistemas más estresantes del planeta debido a factores como la alta densidad poblacional, la vivienda tipo de 45 metros cuadrados en la que viven cinco personas en promedio, el ser un país azotado en invierno por los vientos helados de Siberia y en verano por las tempestades del Pacífico.
Y para agregar algo más, los terremotos; su carencia de recursos, ya que se ven precisados a importar cerca del 85% de todo lo que consumen, lo que lo ha llevado a tener un liderazgo también en úlceras, alcoholismo, tabaquismo, etcétera. Todos estos síntomas se conjugan para producir el estrés y se ha logrado establecer una relación directa de este fenómeno con la calidad, siendo un factor inversamente proporcional, es decir, cuanto mayor es el estrés, menor calidad se logra y a la inversa. Sin embargo, es común observar tanto en las plantas industriales como en las oficinas del Japón, que hay interrupciones programadas cada dos o tres horas para lograr desestresar a su gente, y así, con tablas gimnásticas por ejemplo, es posible contrarrestar los efectos fatídicos de esta enfermedad.
Se han realizado experiencias aleccionadoras al respecto, con ratones de laboratorio sometidos a experimentos en los que se colocan en jaulas de tal forma que están impedidos de todo movimiento; reciben cíclicamente fuertes descargas eléctricas, y después de un tiempo predeterminado son operados para observar los efectos fisiológicos: se pueden medir úlceras de consideración, problemas cardiacos e incluso se detectan principios de cáncer; en cambio cuando al animal se le permite el movimiento, aun cuando no pueda escapar de la jaula, los efectos se dan en una proporción de uno a 10 en relación con el animal totalmente inmovilizado.
Se cree equivocadamente que, para desestresarse, basta con salir de vacaciones o de fin de semana, o mediante la práctica de algún deporte en alguna hora del día, sin considerar que, justamente las tensiones serán trasladadas a la soleada playa o a la colorida y rítmica sala de aeróbic.
Para evitar esto, se han implementado ya diversos sistemas que, llevados a cabo varias veces durante el día, contrarrestan los mortales efectos del estrés. El estrés ha influido en forma considerable en la calidad de los productos; así por ejemplo, en Estados Unidos se tiene tipificada la mala calidad que sale de la planta los lunes, día en que el personal está altamente estresado. En México, con la producción de los viernes en la tarde, cuando las ansias por salir se agudizan, vemos que la calidad puede variar considerablemente; si a esto agregamos que algunos supervisores gustan de asustar a su gente, sorprendiéndola cuando comete un error, es un hecho que suman, a la tensión, un cierto temblor que acompaña a los trabajadores el resto de la jornada.
También es cierto que no obstante estar en boga, el estrés es un fenómeno tan antiguo como la humanidad, ya que se trata de un sistema de defensa que nos pone en alerta ante el peligro y podemos conceptualizarlo como necesario para la supervivencia.
Si drogamos a una gacela para adormecer sus sentidos, veremos cómo al pasar ante un león, su depredador natural, en lugar de escapar pasará sin inmutarse; seguramente será el último descuido de su vida, y aunque el estrés no sea propiamente esta alerta vital, siempre la atención por sobrevivir ha producido tensiones.
Hermel Balcázar Campoverde © www.aicad.es
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