La ley del embudo
Aunque a uno ya no le coge de sorpresa casi nada de lo que lee en la prensa, escucha en la radio o ve en la televisión, todavía me sigue sorprendiendo el enorme trato discriminatorio que algunos periodistas (algunos no lo son) dispensan a los entrenadores y en función de la situación que acontezca, juzgan determinados hechos y acontecimientos de una forma totalmente parcial y absolutamente injusta, impropia de profesionales (los que lo sean) que como objetivo fundamental de su actividad han de ser siempre o al menos procurarlo, completamente objetivos en sus apreciaciones.
Me estoy refiriendo en concreto a que por desgracia en el fútbol, el entrenador es siempre el que suele cargar con toda la culpa cuando un equipo va mal y por tanto es el primero que se va a la calle cuando esto sucede. Ahí, si es el culpable, por lo que se ve el único, aunque los directivos, para justificarse suelen utilizar eso tan conocido y tan zafio, de que se echa al entrenador por que es más fácil tomar esa decisión, que despedir a toda la plantilla. Sin embargo cuando un equipo va bien y se nota claramente la mano del entrenador como director de ese equipo tanto en el aspecto deportivo como de conductor del grupo a nivel humano, esos mismos periodistas que cuando aparecen los resultados negativos persiguen con saña al técnico y lo acusan de todos los males, no quieren reconocer cuando el trabajo del entrenador es realmente positivo, el mérito que éste tiene y se escudan en que son los jugadores solamente los que merecen el reconocimiento por los triunfos conseguidos.
¿En qué quedamos?, si un entrenador no interviene en los aciertos por que la clave está en tener buenos jugadores y a ellos se les debe todo lo bueno que ocurra sobre un terreno de juego, cuando esos mismos jugadores lo hacen rematadamente mal, ¿por qué ahora sí es culpa del entrenador?
Es la “Ley del Embudo” que algunos utilizan en función de lo que les interesa en cada momento y por lo que se ve, ese embudo se lo colocan en la cabeza de tal forma que les tapa los ojos y realmente no ven la realidad de las cosas o no quieran verla, que para el caso da igual.
Paco Arias.
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