Pinocho presidente en el pais de tranquilandia
Érase una vez un mentirosillo logró hacerse elegir Presidente de la República de Colombia, por allá en la época en que el Partido Liberal resolvió contrariar la tradición histórica reciente antireeleccionista de la nación, desechando estupidamente la mejor opción de esperanza representada por el joven LUIS CARLOS GALAN. Pero el mentirosillo no llegaba a improvisar. Traía en mente un programa novedoso de "sí se puede" hacer todo, que empezaba cambiándole el feo, desueto y anacrónico nombre a nuestra República por el de TRANQUILANDIA. Tranquilandia porque ya nuestras gentes no tenían preocupaciones pues el desempleo había bajado escandalosamente, la inflación estaba absolutamente controlada, la juventud toda estaba educándose en los millares de centros docentes escolares o universitarios a distancia de nuestro país, los pobres vivían ya todos en las viviendas sin cuota inicial del régimen y, lo mejor de todo, los compatriotas se convencían por fin de que la Paz no era Liberal. Tranquilandia porque la gente se acostumbró a ver el diálogo jovial de Agudelo Rios y Guaracas, vigilados por las metralletas del segundo ejército institucional colombiano. Tranquilandia porque ya nada nos inmuta y sólo comentamos: "pobrecito el Presidente. ¡Como lloró por lo del terremoto de Popayán! Tranquilandia, porque después de la inmolación del único pensador de avanzada que quedaba el país, sólo expresábamos embobados: "¡tan bonito el discurso del Presidente en el entierro de LARA BONILLA!" Tranquilandia, porque nadie quiso seguirse metiendo en la vida de los demás, nadie quiso seguir denunciando los peculados o las extorsiones o los secuestros. Con una sola alocución televisada el Presidente volvía a Tranquilandia el país de las maravillas. Con una sola salida en televisión, hablando con el tono poético, patético y melancólico, nuestro Presidente Pinocho convertía al país en un emporio de riquezas bien utilizadas y a su gobierno en el más popular y eficiente de toda la historia latinoamericana. "¡Eh! ave maría, cómo será de bueno nuestro Presidente que hasta nos trajo el Papa ¿no?", se oye a diario decir en el país paisa. La gente ha, inclusive, salido a las calles hipnotizadas después de esos espléndidos discursos televisados, a mirar los "ríos de leche y miel" que corren por sus calles. Pero no, no hay nada aun. Todos nos volvemos calmados a la próxima sesión de hipnosis colectiva, convencidos ciegamente en lo que dijo LOPEZ MICHELSEN: "después de Belisario el país no va a ser el mismo".
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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