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Unos momentos a 8000 grados centígrados

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Se preveía, después de la famosa declaración de Botero, un fuerte ascenso de la temperatura en nuestro país. Y, en efecto ella subió a tantos grados centígrados como el mismo número del conocido proceso. Colombia estaba en ebullición y si se le dejaba mucho tiempo en ese estado, sin darnos cuenta, las instituciones y la democracia se habrían evaporado. Todo el mundo estaba acelerado, desbocado, afirmando las peores "sandeces", promulgando las más díscolas fórmulas. Sin embargo, la primer pregunta de muchos era: ¿por qué precisamente Botero? Antes de responderla se hacían la siguiente: y... ¿por qué hasta esa época? Las respuestas eran simples. Porque la cárcel es dura. Porque la jaula aunque sea de oro anula la libertad. Porque en la soledad todos nos desesperamos, nos volvemos susceptibles, nos creemos abandonados de todos, los chivos expiatorios de cuanta investigación se establezca. Creemos, también, que el futuro no existe y que, para salvarnos, debemos acudir a cualquier radical y grave audacia. Porque, valga la pena recordar, estaba y aun está vigente una política de sometimiento a la justicia, negociación de las penas y beneficios para todos aquellos que "colaboran". Porque cuando ya no quedan esperanzas debemos sobreponernos, pensar en algo diferente e inventar nuevas razones para la vida. Porque cuando a cualquier humano se nos coloca en el dilema de escoger entre nuestros intereses y los de los demás, siempre nos inclinamos por los nuestros. Porque después de haberlo tenido todo, de haber sido el consentido de los sectores privado y público, el hombre de moda, el que punteaba las encuestas sobre el hombre más sexy del país, el cachaco más cotizado dada su ascendencia de una familia por lo menos igual de respetable a la de Samper, el de más proyección para ser precandidato a la última presidencia de este siglo y/o a la primera del siglo entrante; es realmente muy duro creer que no se tiene más carrera política, que no se volverá a ejercer el poder de la misma forma que sus congéneres y antiguos compañeros de gabinete o ex-amigos. Y las explicaciones a este hecho insólito pueden seguir pero dejemos ahí.

Las preguntas asfixiaban, exasperan, nos llenaban de dudas. Sin embargo la reacción no podía seguir siendo la especulación hasta el delirio. Las agencias internacionales mostraban encuestas donde aparecían menos de la mitad de los colombianos creyendo en la renuncia del presidente como la solución. Así el mismo obispo que pidió votar por Pastrana en la campaña pasada haya querido convencernos, en alguno de esos azarosos momentos, de su experiencia en lectura de "brillanteces" de los rostros humanos y cómo esa experiencia lo había convencido de la culpabilidad del presidente. No. Había aun muchos colombianos que no le apostábamos a la caída del primer mandatario. Dejando en claro, eso sí, nuestra convicción sobre el deber del presidente de perdonar a su exministro. El mismo gobierno lo debía hacer. No podíamos condenar al exministro por haber preferido su pellejo al del Presidente o al de Serpa o al de cualquier miembro de la administración. Entre otras razones porque casi todos, si no todos los que queríamos creer en el Presidente, somos Cristianos. Segundo porque su declaración fue crónica de una acusación anunciada. Por último, porque todos nuestros esfuerzos y los del país debían dirigirse hacia la búsqueda de ese futuro prometido por Gaviria, pero embolatado hasta el momento.

Por otro lado, habían incógnitas respondidas por todos de manera diferente. ¿Por qué tanta coordinación entre todos los hechos de esos días? La declaración de Pastrana en el exterior, la carta del gavirismo casi en pleno, la declaración de Botero donde nos nombraba a De la Calle como presidente sin fórmula de juicio, la declaración, otra vez, de Pastrana ratificando en la presidencia a De la Calle, la declaración de De La Calle diciendo que no aceptaba la honorífica designación de esos muchachos hasta cuando la fiscalía no firmara el decreto, etc., etc. Definitivamente, pensábamos como Dario Echandía: ¡Este era "un país de cafres"! ¿Cómo se podía pensar, siquiera, en coronar como Presidente al Vicepresidente elegido, supuestamente, con los mismos "cinco millones de dólares" de la mafia? ¿Entonces el poder ejercido por aquel sí sería legítimo pero el de Samper no lo era? Además, debíamos tomar en cuenta la mencionada encuesta de las agencias internacionales en donde el resultado para el vice era tajante: ¡más del 60% opinaba que no debía suceder al Presidente! Y si no era De La Calle, ¿entonces quien? ¿López Michelsen? Eduardo Caballero, fue gráfico en la respuesta: ¡López sería un excelente candidato pero igual de pésimo presidente como en su mandato claro! Acaso.... ¿el Presidente del Senado? ¿Alguien escogido por el desprestigiado Congreso de la República para el cargo de vicepresidente? ¿El Ministro del Interior? Nos sonaba, nos sonaba... Pero quienes lo conocemos sabemos que su lealtad y la amistad pesaba más para él que los gajes del poder. ¿El excandidato Pastrana? El mismo había dicho que ¡debía seguir gobernando un liberal! ¿Debíamos, acaso, ensayar la convocatoria a una nueva elección presidencial? ¿Estabamos dispuestos a darle ese "papayaso" a la la extrema derecha o a la extrema izquierda? Y mientras decidíamos ¿el TIO SAM se quedaría quietecito en casa viendo todo por Univisión o CNN ? ¿Rudolf Hommes u otro gavirista? ¡Que pereza! Dos platos de sopa seguiditos, con ingredientes importados, claro está, ¿no nos daría mucha indigestión? Y el Presidente, si algún día tomaba la decisión de retirarse... ¿se iría así de tranquilito, entregando su bastón de mando a quien le dijeran y nada más? No. Esto apenas comenzaba. Pasaría un buen tiempo para que lográramos apreciar sin distorsiones cuál era nuestro futuro menos malo. Y nuestro presidente, gustárale a quien le gustara, tenía muchas cosas aún por decir y, claro está, se tomaría todo el tiempo del mundo porque, al fin y al cabo, tenía serias intenciones de quedarse ¡hasta el último minuto, de la última hora del 6 de agosto de 1998!

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Acerca del autor

Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com

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