Drogas y delincuencia organizada
No se me vaya a malinterpretar: NO intento validar el refrán popular aquel que reza "mal de muchos consuelo de bobos". No intento, tampoco, decir que no nos preocupemos por esta horrible realidad, porque ella es universal. No. Sencillamente quiero comentar varias informaciones obtenidas sobre la realidad delincuencial en otras latitudes, con el fin de reflexionar sobre algunas soluciones globales.
Hace poco (el viernes 21 de marzo de 1997) pude acceder a las páginas digitales del periódico EL CLARIN de Argentina, en donde se destacaba el siguiente titular: "LA SITUACION EN RUSIA: EL CRIMEN ORGANIZADO DOMINA EL 40% DE LA ECONOMIA". Sí señor, en la misma Rusia de Yeltsin, de Trotsky, de Lenín (no de John el de QAC), de Kruschev, de Stalin, del orden heredado del Socialismo, de la disciplina impuesta en otras épocas mejores (?) por el régimen Marxista. En la enorme Rusia, que no en la URSS, porque ella hace tiempo dejó de existir. En el otro imperio. Allá, el crimen organizado controla la mitad de casi todo. De la economía formal y de la informal. Por la fuerza unas veces y, normalmente, aprovechando sus vínculos con los exdirectivos del Partido Comunista, los banqueros y los militares. Ha Comprado muy buena parte de los bienes privatizados por el estado y tiene como política expatriar gran parte de sus capitales y ganancias. Es decir está en todo. Y en Europa el problema del crimen organizado o del tráfico y consumo de drogas tiene dimensiones exorbitantes, no obstante quieran todas las cifras oficiales ocultarlo. En un ensayo sobre "Holanda y el consumo de drogas", encontrado en internet, se pretende, por ejemplo, afirmar que tan sólo el 1,6 por mil (!) de la población consume droga, cuando sabemos, por haber visitado los bares de Amsterdam y Rotterdam, como se vende allí marihuana y hachish en barras especiales de drogas en donde se pueden escoger de una "carta" contentiva de todas las variedades disponibles. Así es de hipócrita el primer mundo. Otra muestra de esa hipocresía es el informe del presidente Clinton al Congreso, en 1996, donde él trata de mostrar las bondades de la política antidroga norteamericana, pretendiendo convencernos de la disminución del consumo en un 30%, entre 1992 y 1996 y de, además, haber dado duros golpes a los traficantes quienes introducen la droga en su país, como por ejemplo el caso de Colombia donde ¡se ha logrado encarcelar al Cartel de Cali! Es decir ellos, los gringos, encarcelaron el cartel de Cali.
No nos inventemos fórmulas verbales para evadir lo de fondo: el problema del consumo, tráfico y producción de drogas es generalizado. El blanqueo de dinero lo es en mucha mayor proporción. Por eso la solución, insistimos hasta el cansancio, debe ser global o por lo menos multilateral. Eso significa que es obligatorio hacer un esfuerzo magnífico por parte de los países consumidores y productores, en compañía de los países receptores del dinero sucio, para atacar el problema en conjunto. La solución no es ni será, como lo aseguran algunos moralistas de nueva data, la extradición de nuestros nacionales. Primero porque todos conocemos el sistema de justicia norteamericano, basado en una absurda política de negociación de penas, el cual no es el mejor del mundo. Mucho menos su política carcelaria, violatoria a todas luces, de los derechos humanos. Mejor dicho, la solución no puede ser del orden binacional. Debemos pensar en un verdadero tratado multilateral en donde se pacte un régimen penal internacional y el establecimiento de un TribunalInternacional para el juzgamiento de delitos atroces, con una escogencia selectiva de penitenciarías o cárceles en donde pudieran cumplir las sentencias los condenados a prisión y en donde las penas no tengan, solamente, una función aflictiva sino también preventiva, protectora y resocializadora. Entre otras razones porque tampoco es la seguridad interna de los Estados Unidos la única en juego, sino, y sobre todo, el destino de la humanidad.
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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