Un gramo de futuro
Deep Blue (Azul Profundo), es el nombre de la supercomputadora de la IBM a la cual vimos hace poco derrotar a Kasparov. A los amantes del ajedrez y a los que no sabemos ni jota de ese tema, esa noticia nos dejó igualmente aturdidos. No estabamos preparados aun para eso. Nos habíamos acostumbrado a escuchar las noticias sobre un poco de matemáticos, incluidos un par de huilenses, de quienes se sabe calculan más rápido que esas máquinas infernales, y de tantos otros científicos orgullosos de ser superiores a esos diabólicos mecanismos. Pero así van las cosas. El avance tecnológico y científico no se detiene. Descubre nuevas rutas, nos desviste, se mete en nuestras moléculas, en nuestro ADN, en nuestra médula espinal, en la textura de nuestros huesos, en nuestro cerebro y en el reino de los sentimientos. Imaginar y describir el mundo del futuro siempre han sido actividades peligrosas porque facilmente al autor se le puede tildar de lunático. Pero a dos años del año dos mil casi nadie puede abstenerse de esas elucubraciones. En el mundo de los computadores se avanza en muchos frentes. Uno de ellos es la realidad virtual, que empezó con la imagen tridimensional y ha creado ya "verdades de mentiras" en donde se interactúa con objetos y "personas", produciendo una verdadera sensación de estar viviendo situaciones en espacios-tiempo diferentes mientras permanecemos conectados a los dispositivos de un PC. Tendremos pronto inventos que perfeccionarán esa "virtual reality", eliminando las sensaciones recogidas por nuestros cinco sentidos y causando esas sensaciones directamente en nuestro cerebro. Entonces podremos, estemos donde estemos, conversar agradablemente de cualquier tema con Leonardo Da Vinci, hacer el amor con Pamela Anderson o sentir la sensación de ser absorbido por un "agujero negro". Pronto, también, podremos hacer realidad ese "Hombre Nuclear", uno de los héroes de los niños de los años 70. Así mismo se acercan las épocas del transporte sin esfuerzo estilo el transportador molecular de "viaje a las estrellas", los microcomputadores con control total de voz y con forma de gafas, el cine y la televisión interactivos y tantos otros inventos que no podríamos mencionar en este corto espacio. (Tal vez el único que no se invente será el aparato para viajar al pasado o al futuro, pues como dijo alguien, si eso fuera posible ¡ya nos hubieran visitado!). Todo lo anterior sin hacer mención a los inmensos avances actuales en la genética. ¡Ellos nos hará, dentro de poco, cambiar el concepto mismo de "hombre", de género humano, de reino vegetal e incluso de reino mineral! Bástenos advertir que se tiene previsto para el 2007 el total descubrimiento del código genético humano (Proyecto HUGO, iniciado en 1990), con lo cual se abrirán inmensas posibilidades para el bien y para el mal. En todo esto reflexionamos cuando nos sorprendemos con otro invento y nos preguntamos sobre el porvenir. Ese porvenir donde la ciencia y la tecnología nos desbordará cada vez más y en donde lucharemos contra nuestros propios inventos, mientras continuamos ensayando lo que nunca lograremos: ser Dios.
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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