Sexualmente correcto
Así fue declarado el Presidente Clinton por el Congreso Norteamericano, al culminar el proceso más promocionado, más pantallero, más lobo y más majadero del mundo. Quedan, eso sí, algunas apreciaciones y bastantes preguntas para responder. ¿Cambiará este fallo las normas de comportamiento o convencionalismos sociales que rigen las relaciones entre empleador(a) y empleados(as)? ¿Se rehabilita y desagravia, a partir de ahora, ese personaje llamado, despectivamente en Colombia, "chivo"? ¿Decrecerán, de ahora en adelante, las denuncias y los procesos penales y disciplinarias de abusos o acosos sexuales? ¿Primará para siempre, en un futuro, respecto a la imagen presidencial, el buen manejo económico sobre su comportamiento sexual? ¿No importa ya, para la gran mayoría de la gente, que se mezcle el sexo con el trabajo? ¿Ahora sí, desearán ambos conyuges trabajar en la misma oficina o en el mismo sitio? ¿Las relaciones sexuales extramatrimoniales, dentro de la oficina, dejarán de ser en un futuro causal de divorcio o separación? ¿Es mejor, para el conyuge de aquel que detenta el poder, hacerse el de la vista gorda y seguir disfrutando sus mieles efímeras, que reclamar derechos matrimoniales como el de la fidelidad, el recato y la intimidad de la relación de pareja? ¿Cambiará nuestra idea del gobernante completo y pluridisciplinario? Qué preguntas mas bobas todas ellas ¿no? Pues, no tanto: esas son las reflexiones hechas en todos los continentes, ante el controvertido fallo que ¡nisiquiera sancionó con un llamado de atención al Presidente Clinton! ¿Es tan normal esa especie de conducta en un hombre que, ni aun siendo el Presidente del Mundo y habiéndose desencadenado tamaño escándalo, siquiera lo hace acreedor de un regaño? Parece que sí. Parece que este "affaire" le enseñó a los gringos y a los demás seres humanos no "sobredimensionar" las normas de conducta privada y apreciar más las correctas determinaciones políticas, económicas y fiscales de un gobernante. Parece que el caso Clinton ayudó a los norteamericanos a tomar la deteminación de ser mucho menos hipócritas y más auténticos. A confesar sus conductas vergonsozas de otras épocas y a mostrarse más acordes con la imagen dada a ellos por sus películas de Hollywood. Antes habían tenido muchas oportunidades de mostrarle al mundo lados oscuros de sus comportamientos, pero no se habían atrevido a hacerlo, como sucedió, por ejemplo, cuando se enjuició al alcalde de Washington por consumir drogas, cuando se condenó por la opinión pública, sin juicio, a Oswald por el asesinato de Kennedy, cuando se sentenciaron unos segundones en el debate Iran-Contras, cuando este mismo Presidente Clinton sufrió su primer lío judicial, recordado como el escándalo Whitewater, cuando asesinaron a Martin Luther King, a Malcom X, a Hoffa, etc, etc. En fin, diremos como Hellen Gurley Brown, Directora de Cosmopolitan: ¡al fin un poco de realismo y de buen sentido!
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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