Misionologia 51
Continuación de las grabaciones magnetofónicas de las clases de Misionología:
María nos va a enseñar a poner ternura donde hay rencor. Y nos va enseñar a poner sobre todo palabra, donde hay fraseología. Y nos va a enseñar a poner interioridad, donde hay que llamar la atención, conde hay pura vanidad, y nos va a enseñar a poner vida, donde hay simplemente intención de figuración. Es decir el perfil mariano de la iglesia, nos va a dar una Iglesia al estilo que Dios quiso emplear el mundo cuando lo visitó en su Hijo.
Para que ustedes vean que ser devoto de la Santísima Virgen, no consiste en que tu reses muchas Aves Marías, no consiste en que tu lleves hermosas estampas en tu bolsillo, no consiste en que asistas a todas la fiestas que llevan su nombre, no consiste que la mezcles en todas las maneras un poco extrañas de vivir el cristianismo, ni tampoco consiste en esa aptitud adolecente de dirigirse a ella como una mamita del cielo. Sobre todo si has perdió a la madre. Entonces recurres a Ella. Como le pasó a Santa Teresa. Cuando perdió a su madre tenía 4 años, fue corriendo don una imagen de la Virgen y le dijo: “mi madre se ha ido, y estaba conmigo, ahora eres tú la que tiene que venir a esta conmigo” y María le hizo caso.
Entonces ¿Por qué María es una presencia que no puede sernos extraña?, ¿Por qué es necesario que nosotros rehabilitemos a la figura de la Santísima Virgen, aunque rechines los dientes de algunos teólogos recalcitrantes, y aunque no sean bien vistas la manifestaciones marianas en relación a las determinadas corrientes de pensamientos religiosos?
Porque no fue María extraña. Ni a Dios. Por lo tanto, no puede ser extraña a nosotros. No fue extraña al mismo Dios. Ya que no hay ningún salvador entre nosotros, distinto al Hijo de María. No conocemos ningún Cristo, ni adoramos ningún Cristo, ni queremos ningún Cristo, ni vendrá ningún otro Cristo, más que el Hijo de María. Así que ser cristiano de hecho, supone aceptar que Cristo nació de esta mujer. Por lo tanto hay una mujer en el cristianismo, no una mujer que reemplaza a Cristo, sino una mujer en el cristianismo, que tiene el numero uno de adición a Cristo, y es el tipo, el modelo, y el arquetipo de la Iglesia. La iglesia es profundamente femenina, hasta el nombre.
En la Iglesia hay como dos perfiles. Hay el ‘perfil petrino’ de Pedro. Resalta sobre todo la institución, la visibilidad, la norma, la orientación, la guía, el pastoreo. Y entonces, evidentemente el magisterio, y por eso el magisterio es documentos, encíclicas, concilios, sínodos. Eso es también importante. Y está el perfil ‘mariano’. Este resalta, lo místico, la interioridad, la precia del Espíritu, la creatividad interior, la iniciativa, la ternura, la compasión, la misericordia. Estas cosas se viven al interior del corazón. Y entonces si el magisterio para afirmar un verdad, y saben cómo define la iglesia sus verdades en los concilios. Si alguien dice que la Santísima Virgen, no es madre de Dios, sea entonces Anatema. Sea condenado. En este otro aspecto se dice: si alguien ha pecado, o ha cometido una falta o error, abramos el corazón para traerlo entonces.
¿Qué es lo que se necesita hoy día para este siglo XXI? La gente está cansada de autoridades, porque está hasta la coronilla de autócratas. Entonces ya hoy día, no se ve muy bien el magisterio. Hoy no parece como un gran privilegio, un gran honor el que existan esos cargos, y esos títulos, los grandes títulos. Porque no encajan, porque la gente quiere un poco mas de sencillez.
Jesús, ese que Pedro veía, ese que Pedro, Juan, Santiago, tocaban, escuchaban, lo acompañaban, y que lo admiraban como maestro. Incluso admirándolo como maestro. El les dijo: “No llamen maestro a nadie. Uno solo es el maestro de ustedes, y ya ven que estoy entre ustedes como el que sirve” Pues bueno al ver a este Jesús, que lava los pies de sus discípulo. No llamen señor a nadie, uno solo es el Señor. Qué ejemplo les ha dado. “Hagan ustedes lo mismo”. Al ver a este Jesús, pues no pegan estas cosas poniendo acá: excelentísimo y eminentísimo Jesús. ¿Qué más le podemos poner?, ¿Cardenal? No ya es demasiado.
Andrés Arbulú Martínez
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