Semana Nacional de Liturgia 15
Está también la presencia de Cristo en la Eucaristía, bajo las especies del pan y el vino.- Se ha dado importancia a la presencia real de Cristo, bajo las especies sacramentales, y durante muchos siglos. En el siglo XI, la herejía que negaba la presencia de Cristo bajo las especies sacramentales, fue entonces que la Iglesia tuvo que salir a defender el Dogma, pero alrededor de esta defensa del Dogma, surgió la festividad del Corpus. La exposición del Santísimo.
En el siglo XIV, no existía la exposición del Santísimo, y nuestros hermanos de la Iglesia oriental no tienen la exposición del Santísimo. Si la Iglesia guarda Cristo, es principalmente para el Viatico, para los enfermos, y secundariamente para la adoración. Y durante esos siglos XIV, y XV, XVI, XVII, se acentuó totalmente el aspecto de la adoración., en esa época no se comulgaba, no se participaba en la celebración eucarística, pero surgió una gran devoción alrededor de la Eucaristía, y la Iglesia guardaba en el sagrario, y esto ha salvado la fe del pueblo cristiano. Nosotros por lo tanto somos hijos de una época histórica importante dentro de la Iglesia, porque ha habido una gran evolución teológica.
¿Por qué se ha dado tanta importancia en la celebración la presencia de Cristo bajo las especies sacramentales? Porque en el sacramento, hay un cambio sustancial. La Asamblea no cambia, yo soy el que entra y soy yo el que sale. La Palabra no cambia, pero el pan y el vino si han cambiado, ya no es pan y vino sino Cuerpo y Sangre de Cristo. Cristo está presente de una manera sustancial. Una cristiano tiene que reflejar la vida eucarística constantemente, donde esté, el va expresando esa cultura eucarística.
En conclusión, la actitud del cristiano ante la presencia del Señor.- Primero es reconocer al Señor presente, es lógico si yo no reconozco que El está presente, entonces no podemos encontrarnos, no podemos establecer una relación, no podemos comunicarnos, primero tener esa conciencia, el reconocer que Cristo está presente en estos modos litúrgicos que hemos visto. Pero evidentemente hacen falta unos ojos de fe. Porque Cristo es invisible, está bajo los signos que son visibles, pero estos signos nos tienen que llevar a la invisibilidad del Misterio de su presencia, es como los Discípulos de Emaus. Solo por la fe se discierne la presencia de Cristo, y esa presencia es una presencia ofrecida constantemente. El está, y se ofrece, es una auto donación.
El día de la Eucaristía.- Nos hemos encontrado con Cristo en la celebración, presente en la Asamblea, Ministro, Palabra y Sacramento. Ahora hay un día especial para ese encuentro, y ese día especial es precisamente el día de la Eucaristía, el día Señor, el Domingo.
Situación actual del Domingo.- El Domingo es el gran memorial, y sobre todo me voy a entretener más en el otro aspecto y es: Las apariciones Pos pascuales de Cristo.- Ya dinámica de esas apariciones pos pascuales del día primero de la semana.
La Iglesia desde sus orígenes ha considerado el Domingo como uno de los subvalores constitutivos, ha celebrado siempre el Domingo y nunca dejará de hacerlo. El domingo es la fiesta primordial de los cristianos, y ha sido y es la celebración del Misterio Pascual de Cristo. La Tradición cristiana a partir de la resurrección de Cristo, y de la experiencia Pascual de sus Discípulo, ha ido elaborando a lo largo de los siglos, una doctrina y una praxis sobre el domingo que constituyen el gran patrimonio Eclesial. El domingo para nosotros es un gran tesoro.
La historia de la Iglesia ha caminado estrechamente unida al ritmo de la celebración del Domingo, los fieles cristianos se reúnen cada siete días, en el día del Señor, para vivir lo que constituye, configura su existencia cristiana. Celebra y actualizar el Misterio Pascual, alimentar su fe en las escrituras, y en el sacramento eucarístico, buscar el gozo de la fraternidad, compartir la oración, dar testimonio de su identidad cristiana, y de su pertenencia a la iglesia, la alegría Pascual, y el descanso sean anticipo del Domingo sin ocaso, como fluyen así en el Domingo los valores más profundos de la fe cristiana.
Continua.
Andrés Arbulú Martínez
Registro automático