Semana Nacional de Liturgia 18
Al reunirnos nosotros el domingo, la comunidad cristiana, hace un gesto profético ante los demás que no son cristianos. Pero necesitamos nosotros el saber reunirnos, comenzando en tomar conciencia de que es Dios quien nos invita a la reunión, y el nos invita a reunirnos con los demás.
Ante esa invitación de Dios por medio de las mediaciones de la Iglesia, hay dos formas de responder: una negativa y otra positiva. La forma negativa “no voy”. Hay otros que dicen “si voy”, entonces en ese si voy a la reunión del domingo, es que acto participativo de la misma Eucaristía. En cada celebración litúrgica, renovamos nosotros nuestro bautismo, y yo quiero permanecer en la Iglesia, en el si bautismal, en cambio si digo que no voy, rompiendo aquel sí que di en el bautismo, se va rompiendo y se va creando un abismo, de ahí la responsabilidad y al formación del ser fieles a ese si bautismal, cuando la Iglesia nos convoca en reunión de cristianos, de creyentes.
Hay un texto precioso de la Didascalia de los apóstoles. La comunidad cristiana es un cuerpo, miembros unidos entre sí, pero si hay un miembro que está fuera del cuerpo ese miembro está sufriendo porque ha sido mutilado, y el mismo cuerpo está sufriendo. El autor de la Didascalia lo aplica a la comunidad reunida.
Necesitamos pues ese espíritu, y si por una causa no puede asistir, digan que tengo que estar en un sufrimiento interior, porque en mi comunidad falta un miembro.
Lo que celebramos es que Cristo nos habla ahora y aquí, es donación de su Palabra a la comunidad cristiana reunida. Hay muchas formas de recibir o meditar esa Palabra de Dios, puede ser de una forma verbal. Hay una forma de actuar la Palabra de Dios, lo que dice el texto verbal, no lo que yo quiero que diga el texto, porque entonces manipulamos la Palabra de Dios, la instrumentalizamos, también dentro del contexto de la celebración. Puede ser el Salmo responsorial, el prefacio, la oración colecta, la antífona de entrada.
Hay también el sentido global, dentro del dinamismo de la celebración. Hay además un sentido histórico, es ya cuestión de estudio y de profundización, pero también, hay un sentido existencial. En la Palabra de Dios, hay una estructura: anuncio de la Palabra, y oración. El anuncio primera Lectura, corresponde oración salmo responsorial. Segunda lectura, anuncio corresponde Aleluya. Tercer anuncio El Evangelio, y aquí encontramos que dentro de la estructura dinámica de la Palabra de Dios, hay un vacio, por eso algunas comunidades al ser proclamado el Evangelio cantan un canto a la Palabra de Dios, para rellenar ese vacío oracional.
Viene la homilía, y viene la oración del Credo, y la oración de los fieles. Entonces en esa dinámica se anuncia la Historia de la Salvación, y se comenta a través de la homilía, pero pasamos de un anuncio a una oración. No es solamente anuncio y vasta, no, es la Palabra que ora.
La homilía es traducir la Palabra de Dios, para esa comunidad concreta, no es otra cosa, no son clases, ni de Biblia, ni de moral, ni de teología, ni de catequesis, ni menos de política, o posiciones sociales, no es el momento. Es solamente trasmitir la Palabra para ser mas comprendida por la asamblea, y ayudan a esa asamblea a vivir lo que es la Palabra de Dios.
Con relación a la Eucaristía, parte de la celebración del día del Señor, es digamos el centro clave. La Eucaristía, es acción de gracias, entonces nosotros nos reunimos precisamente para dar gracias al Señor, y por el gran Misterio del primer día de la semana, y por eso le damos gracias en el Prefacio. Y esa acción de gracias de la plegaria eucarística, se tiene que prolongar, durante las 24 horas porque el Señor nos ha hecho un gran milagro, es tener a Cristo presente bajo las especies sacramentales y que nosotros nos hemos reunido en comunidad creyente.
Continua.
Andrés Arbulú Martínez
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