Semana Nacional de Liturgia 22
Los que están al servicio de la Palabra de Dios, el lector no instituido, el salmista, el que formula la intensión de la oración de los fieles, los que están al servicio del altar, del ministro ordenado, el acólito, monaguillo, el maestro de ceremonia, el que está autorizado para distribuir la Eucaristía, los que están al servicio del canto y de la música, el director de canto de la asamblea, el organista, los restantes músicos, los que están al servicio de otras funciones, en casa especiales, los padrinos, los testigos, digamos, bautismos, confirmación, matrimonio.
El equipo litúrgico debe permanecer siempre abierto a acoger a las personas de la comunidad que desean ejercer una función, o sea reconocida su capacidad para ejercer, o a los que quieren participar en las reuniones para su formación. Un equipo un grupo que se cierra, un grupo que va camino de su muerte, porque no es un grupo que se renueva, se recrea. Tampoco el grupo puede monopolizar la marcha de la liturgia en la comunidad, “somos nosotros los únicos” el equipo tiene que tener unas cualidades de servicio.
La pertenencia al grupo requiere algunas actitudes fundamentales. Es imprescindible sentir interiormente un impulso o vocación a querer servir, y ayudar a la comunidad, vocación que irá gradualmente madurando a medida que transcurra el tiempo, e irá manifestándose cada vez más solida y consciente esa vocación. Pertenecer al grupo no sirve para lucirse ante la asamblea. Hay personas que aquel día que tiene que cantar un salmo responsorial se visten de fiesta de pascua y solo para ser vistas.
Esta vocación exige dedicar generosamente un tiempo, comprometerse a realizar unas funciones en las celebraciones litúrgicas, y poner a disposición de la comunidad los dones recibidos del Señor.
El espíritu de servicio.- Como primera característica, la persona que pertenece al equipo debe estar convencida que ejerce una función desinteresada, a favor de la asamblea litúrgica, su servicio consiste en ayudar a comprender, a participar, y a vivir mejor posible ese misterio que se celebra en las acciones litúrgicas. Debe tener presente el espíritu de las palabras de Jesús cuando dijo: “El Hijo del hombre, ha venido a servir y no a ser servido”
El espíritu de servicio lleva consigo la disposición de superar las dificultades que puedan surgir en el equipo. Se intentará buscar en el dialogo la verdad y la comprensión, se procurará no imponer a los demás sus criterios personalistas para no romper el espíritu de comunión dentro del grupo. En el ejercicio de sus funciones el grupo nunca se considera dueño o propietario de la liturgia, sino un servidor de la comunidad.
El espíritu de comunión.- Todas las acciones de la Iglesia están marcadas por un profundo sentido de comunión, si en la liturgia se celebran los Misterios que unen, es natural que entre todos los agentes de la animación debe reinar el espíritu de comunión. Este espíritu se manifiesta cuando se programa un coordina, cuando se ejercen las diversas funciones en las celebraciones. Es consolador a veces al salir de una celebración litúrgica esta frase, hablando del equipo: “Entre vosotros se percibe un verdadero equipo unido y organizado” Es un testimonio ante la comunidad cristiana. El espíritu de comunión que debe reinar entre los miembros del grupo se extenderá también a otros grupos que trabajan en diversas actividades de la parroquia o Iglesia. El equipo de animación litúrgica debe crear, debe suscitar con este espíritu de comunión, que algunas veces se encuentren todos los grupos activos de la Parroquia, porque necesita el conocerse, el orar juntos.
Ser participantes, antes que agentes de animación.- A veces se da la sensación que el monitor o quien anima toda la celebración, anima la comunidad, pero el parece que está frío que no participa, que no tiene interés, solamente cumple la función pero le falta vida. Quien ejerce un ministerio en la celebración es un miembro activo de la asamblea, se da una sensación pésima que esas personas que quieren animar, son ellas las que no participan. El agente de la animación no puede quedarse fuera de la participación, mientras pretende animar a la asamblea para que ore y celebre.
Continua.
Andrés Arbulú Martínez
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