Techo de Cristal
Con la expresión ‘Techo de Cristal‘ se define un obstáculo, difícil de traspasar, en la carrera laboral de las mujeres que les impide seguir avanzando.
Denominado de cristal por su carácter de invisibilidad, ya que no viene regulado por las leyes ni otro tipo de acuerdo social visible, que imponga a las mujeres tal limitación.
Según cifras de un estudio de la OIT (“Breaking the glass ceiling: Women in management”) se observó: que las mujeres sólo desempeñan del 1 al 3 por ciento de los máximos puestos ejecutivos en las mayores empresas del mundo; que, aunque las mujeres representan casi el 40 por ciento de los miembros de las organizaciones sindicales, sólo son mujeres el 1 por ciento de los dirigentes de los sindicatos.
En el estudio ‘La personalidad del trabajador contemporáneo‘ realizado por el Grupo Actual y Randstad se concluye que hombres y mujeres se muestran diferentes en su forma de trabajar, y así, mientras:
Las mujeres son más detallistas, responsables y se acercan más a sus superiores que sus compañeros masculinos. Los hombres se muestran más interesados en alcanzar puestos directivos o en destacar en el ámbito laboral.A pesar de los planes de igualdad, y de las medidas en torno a la paridad entre hombres y mujeres, parece que todo cambia demasiado poco a poco, lo que nos lleva a pensar que el “techo de cristal”, o “suelo pegajoso” (como lo llaman otros), se encuentra a menudo más afianzado en nuestra manera de pensar de lo que creemos, es decir formando parte del sistema de nuestras abigarradas creencias, desde las que nos relacionamos, más incluso que de esa suerte de fuerzas restrictivas, externas a nosotros, que a menudo vemos.
Las fuerzas restrictivas externas son variadas:
Estructura jerárquica de la mayoría de las empresas en la que los puestos de toma de decisiones están ocupados por hombres La doble carga del trabajo en casa o ciertos estereotipos Sin duda, el obstáculo que más incide en que exista un “techo de cristal”, no es externa, es el que corresponde a las creencias irracionales, entendidas como juicios o axiomas, sobre cuya base actuamos.En este sentido, afirma Mabel Burín, Doctora en Psicología Clínica y directora del Programa de Estudios de Género de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, de Buenos Aires, Argentina, que “parte del “techo de cristal” como límite, se gesta en los primeros años de la infancia y adquiere una dimensión más relevante partir de la pubertad”, en la que se instituye un modo de pensar, tanto en hombres como en mujeres, limitador y limitante. Aquí juega un importante papel tanto la educación, como la reeducación.
La mujer suele confiar más en la cooperación que en la competencia.
Asimismo, a la mujer le gusta fomentar el trabajo en equipo entre sus compañeros y compañeras de trabajo. A diferencia de muchos hombres, las mujeres no ven la participación y la delegación como una amenaza a su autoridad, sino como una parte integral de su papel directivo”.
Es muy probable que el liderazgo de la mujer pueda contribuir a instaurar una concepción de la empresa más humanista, basada en las capacidades emocionales, y más coherente con estos tiempos.
Pero para conseguirlo, no basta la acción legal. Es necesario acabar con los estereotipos y modificar nuestro sistema de creencias, para que empiecen a aparecer las primeras grietas en el techo de cristal.
Autor: Dionisio Contreras Casado
Dionisio Contreras Casado
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