Visión Antropológica del Delincuente como elemento especifico de la Teoría del Delito
En primer lugar debemos precisar los conceptos referentes a nuestro tema central. Comencemos con el vocablo antropología. Se entiende por tal a la ciencia que trata del hombre desde una perspectiva multívoca y multiforme, esto es bajo la óptica tanto de la historia como de la psicología, la filosofía, la sociología, el derecho y, en general, de la cultura. En tal sentido amplio, todo sobre la tierra está considerado como un hecho cultural, con un solo requisito para que ello sea entendido así: que sea referido u observado por un hombre. Esta conditio se enlaza, dentro de la teoría general del delito, con el elemento de la culpabilidad, puesto que ella es propia del delincuente, es decir, para que exista el delincuente, debe existir la culpabilidad en su conducta. Esto también es un hecho cultural en forma de desvalor jurídico.
Ahora bien, en lo concerniente a nuestra materia in comento, entendemos por antropología jurídica a la actividad humana interrelacionada, enfocada por el derecho y, particularmente somáticos, psicológicos y espirituales del delincuente.
No olvidemos que el delincuente es el centro rector de la teoría del delito, en la medida que sin él no puede existir el delito y en consecuencia tampoco sanción. Ahora bien, quién es el delincuente, por definición sabemos que es “aquel que delinque”, esto es, aquel ser humano que contraviene las normas éticas más importantes para el reinado de la justicia en una sociedad y se adecua a la tipología preestablecida en la ley penal de una manera antijurídica y culpable.
¿Podemos hablar, como los positivistas clásicos, del homo delincuente?, ¿Existe un tipo de personalidad o de ente psicosomático típicamente inclinado al delito, a pesar de contar, eventualmente, con todas las condiciones requeridas para no delinquir? Considero que existen personalidades proclives al delito, sin que tengan necesidad para ello, pero las investigaciones más recientes nos refieren que siempre podremos encontrar causas o etiologías vinculantes y causantes de la aparente tendencia al delito.
Tal es el caso si consideramos a la llamada “locura moral”, es decir, la situación de aquellas personas que poseyendo todo, desde un punto de vista material y espiritual, se sienten a cometer fechorías o delitos, por el simple hecho de “querer” hacerlo, sin que medie razón o causa aparente; podremos encontrar, entonces, una probable inclinación incausada y connatural al sujeto activo. La reciente doctrina italiana neopositiva nos sugiere que el delincuente nato sí existe, pero su desarrollo en tanto delincuente, está dado por ciertos presupuestos o elementos fácticos condicionantes que tienen que ver con aspectos psicológicos o fácticos inherentes al sujeto activo.
Por lo que llevamos dicho, puede ya avizorarse que la antropología criminal tiene una identidad conceptual o teórica con una de las ramas más interesantes del ámbito penal, me refiero a la Criminología, y con todas sus ramificaciones y estratificaciones, como la Victimología, en la medida que el sujeto pasivo del delito siempre es un hombre. La diferencia esencial entre la Criminología y la Antropología es una forma de estudiar al hombre delincuente en actividad.
Mg. WILLIAM ROJAS LAZARO
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