Feliz Navidad
La incertidumbre se apodera de mis pensamientos cuando me formulo las siguientes preguntas: ¿estará bien todo lo que escribo?, ¿me lee la gente?, ¿debo seguir escribiendo? Y enseguida recuerdo unas pequeñas palabras – pero profundas - que leí en un ‘Power Points’ que me enviaron por correo electrónico de José Saramago: “No busques trabajo: escribe” la idea es seguir escribiendo y no esperar nada a cambio. Pero que gratificante sería recibir un estipendio por algo que hacemos con mucho gusto y alegría. Como el caso de la música. Yo trabajo en la música, y me pagan por hacer lo que me gusta hacer. Fantástico.
Estamos a vísperas de la Navidad y el Año nuevo. Y para seguir escribiendo, quiero contarles a todos los que me siguen en la lectura, algo que viví en mi adolescencia. Recuerdos muy gratos y felices de aquella época en las fechas próximas a estas fiestas.
Mi madre al quedarse viuda con nosotros -tres hermanos-, y recibir dinero producto del montepio de mi padre – policía - instaló un pequeño negocio en el distrito del Rímac. “la tienda” estaba ubicada en toda una esquina de la cuadra 11 de la Avenida Industrial, a la altura de la cuadra 11 de Francisco Pizarro. Yo tenía 11 años más o menos cuando llegamos a ese lugar, mi hermano mayor 16 y el menor 1 año.
El transcurso del tiempo, hizo que en aquel lugar conociera e inevitablemente me hiciera de muchas amistades de mi misma edad “amigos del barrio” con los cuales se jugaba pelota en la calle, se jugaba carnavales también en la calle. Y al llegar a la adolescencia para toda la muchachada del barrio, también llegaban los primeros enamoramientos, que en muchos casos eran las mismas hermanas de los amigos. Lo cual producía muchas situaciones que ahora se ven tan lejos, que nos causan mucha gracia.
Lo interesante era que la esquina de la tienda de mi mamá, era el centro de reunión - no necesariamente en el interior, sino en la calle – de toda la collera del barrio. En las tardes o en las noches para conversar, y hablar de tontería y media, pero vitales para la edad. También era escenario de peleas –broncas- entre algunos de nosotros, que también por la edad se producían necesariamente. Y se conocían a los peleadores del barrio, a los “machitos” lo bueno de todo esto es que el grupo de la collera, nunca cayó en lo delicuencial, y si alguno de nosotros trababa de desviarse, todos le llamábamos la atención, y en uno que otro caso – que yo recuerdo, sí se produjo con uno de ellos – fue separado del grupo, pero sin abandonarlo en los consejos. De todo esto se podría escribir un libro.
La navidad la recibíamos en la casa del abuelo materno que vivía también en el distrito. Pero el año nuevo era lo mejor. Toda la collera recibía las doce de la noche cada uno en sus casas, luego nos encontrábamos en la esquina de la tienda para saludarnos y reventar cohetes. Seguidamente íbamos a todas las casas de cada uno de nosotros para saludar a la familia de todos. Y de pasadita echarnos un bailecito con la hermana del amigo que ya le habíamos tirado lente. Era la época en que empezaba y estaba en todo su apogeo ‘La salsa’ y en nuestro medio se escuchaba mucho a ‘Pedro Miguel y sus Maracaibos’ Ese día en todas las casas se bailaba eso. ‘sonido bestial’ con Richie Rey, y ‘La paila’ con Pedro Miguel y sus Maraibos. La celebración terminaba con todos nuevamente reunidos en la esquina, como a las cinco de la mañana.
La collera: Carlos Sánchez, Carlos Cárdenas, Mario Sotomayor, los hermanos Adolfo y Germán Rossental, Walter Caballero, Cesar Quesada (que en paz descanse), Andrés Arbulú, y otros mas que no recuerdo en este momento, vivimos sin lugar a duda, alegres momentos en esos días. Y estoy seguro que si llegara a los ojos de ellos estas pequeñas líneas, se acordarían también de todo esto.
Ya tengo bien claro en mí pensamiento, que escribir es una pasión, y lo seguiré haciendo. Vaya pues mi saludo de Navidad y Año Nuevo, para todas las personas que me siguen en la lectura, e invitarlos a que comenten mis escritos, para que así de esa manera, también ejerciten su escritura.
Una feliz Navidad y prospero 2011.
Andrés Arbulú Martínez
Te felicito por tu artículo; yo también pertenecí a esa generación de la "collera de la esquina" pero en Breña; ahora tengo 55 años, el tiempo ha volado, pero tengo unos recuerdos muy gratos de aquella época.
Sigue escribiendo aestimado Andrés.
Y feliz año nuevo
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