¿Qué tal año?
Se aproxima el año nuevo y todos de una u otra forma nos preparamos para recibirlo. Los diferentes estratos económicos, socioculturales, se dispondrán para este acontecimiento, esperando que las manecillas del reloj marquen los últimos segundos de este año que se va. “10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, ¡Feliz año!” Será el grito que entre abrazos, apretones de manos y lágrimas (quizás), anuncien la llegada del nuevo año.
Pero la intención de este pequeño artículo, es compartir algo que vengo observando año tras año en el comportamiento de algunas personas. Personas que están acostumbras a repetir lo que escuchan de los demás, sin detenerse a analizar lo que están diciendo verdaderamente.
Después de la algarabía de la última noche del año, y los estragos de la mala noche de la primera madrugada del año nuevo, ya por la tarde, las personas al encontrarse se hacen la siguiente pregunta: “¿Y? ¿Qué tal año?”
Estamos acostumbrados a repetir frases o palabras, que escuchamos sin prestar atención a lo que decimos. Como cuando alguien en una reunión o en una entrevista repite entre oración y oración las palabras “y nada”. Me dan ganas de decirle: “Si es nada, entonces estás diciendo nada” O como cuando preguntamos: “¿Cómo te llamas? Cuando en realidad las personas no se suelen llamar, más bien, las llaman. La pregunta correcta es: “¿Cuál es tu nombre?
Lo que pasa es que la verdadera intención al preguntar: “¿Qué tal año? Es enterarnos cómo fue que recibió el año la persona a la que estamos interrogando. Porque si yo respondo con propiedad a esa pregunta, tendría que hacer un detalle pormenorizado de todo lo que me ocurrió cada mes del año que acaba de terminar. Entonces la pregunta tiene que ser: ¿Qué tal recibiste el año nuevo?
Y así por el estilo repetimos palabras que de repente fueron dichas por alguien popular y famoso, y para estar a la moda las hacemos propias, anulando nuestro sentido analítico de lo que expresamos mediante el habla. Aprendamos pues a pensar bien antes de hablar, para no andar diciendo tontería y media.
Andrés Arbulú Martínez
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