Algo inusual
Es saludable, cuando después de tanto comentario negativo, de vez en cuando se hable de algo agradable. Porque si queremos ser objetivos en nuestras apreciaciones tenemos que comentar también estos acontecimientos, que nos dan a entender que todo no está perdido y nos producen algún tipo de alegría.
Ayer lunes 10 de enero del año en curso, fuimos, mi esposa y yo, de paseo por la Plaza de Armas de Lima. Para trasladarnos a dicho lugar desde nuestro domicilio que está ubicado en el distrito de Lince, tuvimos que tomar una combi a la altura de la cuadra 19 de la avenida Arequipa. Y al abordar y ponernos cómodos en el interior de dicho vehículo, pudimos observar algo inusual en esta unidad motorizada.
El chofer de la combi era un hombre de unos 60 años, conducía el vehículo de una manera moderada y prudente. Se podía escuchar música, también a un volumen moderado y prudente, que era transmitido por un dispositivo tipo reproductor de radioemisoras instalado en el propio vehículo. El radio estaba sintonizado en una emisora local que transmite música criolla, y música del recuerdo. En nuestro viaje - que era en un horario de tarde - pudimos apreciar el cambio de programación de música criolla a música del recuerdo. No me aguanté y hablando en voz alta como para que todos los pasajeros me escucharan, le dije a mi esposa: “creo que de cada 100 combis, una escucha esta emisora” El cobrador que estaba en la puerta del vehículo – como suelen hacerlo – y que era un joven de unos 30 años me dijo: “tiene usted toda la razón señor”
Mi humilde comentario sería manifestar que si las combis tienen deseo de seguir circulando por las calles prestando un servicio de transporte público, deberían ser conducidas por personas mayores de edad, que tengan mucha paciencia para manejar el vehículo. Y al decir paciencia me refiero a tranquilidad y serenidad, sin desesperación al manejar. Y no permitir que los choferes de estas combis sean mozalbetes, que ponen sus equipos de sonido dentro del vehículo a todo volumen, y que manejando el vehículo de una manera desesperada e irresponsable, provocan los accidentes que todos los días vemos en las noticias.
Verdaderamente me ha parecido extraño subir y bajar de una combi, y luego de esto sentirme tranquilo y reconfortado. Extraño pero muy extraño. Esta experiencia solamente la puedo percibir al viajar en el ‘Metropolitano’: velocidad controlada, no trato con el chofer ni el cobrador, ningún tipo de música estrepitosa en el interior de los buses y una tranquilidad asegurada al viajar en estos vehículos.
Andrés Arbulú Martínez
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