La historia del póker

El póker tiene una historia fascinante. Los juegos de cartas han acompañado la historia de la humanidad desde hace varios siglos. Desde su origen se emparentan con juegos de dominó, y el objetivo era engañar al oponente, basado en un mazo donde las cartas adquirían distintos valores. La historia registra el año 969 a. C. como el primer momento donde se deja asentado un juego similar a los juegos con cartas que conocemos hoy en día de la mano del emperador chino Mutsung, quien gustaba jugar con su esposa durante celebraciones especiales.

Los egipcios jugaban también luego con cartas durante los siglos XII y XIII a. C., y aún anteriormente, hace siglo XVI a. C., los persas habían desarrollado un juego con cartas donde se apostaba. Este juego, el ancestro más directo del póker se llamaba “As Nas”, se juega con un mazo de 25 cartas de la misma forma en que se juega actualmente al póker.

La palabra póker se origina en el vocablo francés “Poque”, y en el juego alemán  “Pochen”, ambos basados en el juego español "Primero”, muy popular entre los siglos XVI y XVIII. En 1526 se registra el primer documento que contiene la palabra "poker", referido a un juego muy similar al que jugamos hoy en día.

Los colonos franceses trajeron el juego al Canadá. Hacia el siglo XVIII el póker ya era el juego nacional francés. El verdadero auge del póker comienza cuando un grupo de colonos franco canadienses se instala en el área de nueva Orleans, en el estado de Luisiana, al borde del río Mississippi. Es aquí donde la práctica del póker comienza a tomar más fuerza, diseminandose rápidamente por todo el continente.

Pero, como dice el conocido adagio, "hecha la ley, hecha la trampa". En 1834, Jonathan H. Greene escribe un libro donde habla de las trampas de un juego muy particular que se jugaba a bordo de muchos barcos sobre el río Mississippi. No era infrecuente que algún pícaro, intentando hacer trampa, perdiera la vida a manos de otros enojados jugadores.

El desarrollo del estado de Nevada, el auge en los casinos como inversión de la mafia, y el desarrollo de la ciudad de Las Vegas confirmaron la fuerza que el póker tenía en la población americana, donde se juega con asiduidad sin importar el estrato social. El póker es ese gran igualador que hace que todos, pobres y ricos, esperen con excitación las cartas que le deparará la siguiente mano.