Por ejemplo, Iñigo Ariza
Nuestro personaje no existe en la vida real, al menos con ese nombre que nosotros sepamos. Lo que si es cierto es la forma de ser y actuar del tipo de persona a la que nos vamos a referir a continuación y que se identifican por un determinado comportamiento en su vida social.
El nombre de Iñigo Ariza está elegido al azar, por eso, si entre nuestros amigos lectores se encuentra alguien que se llame así, le agradecemos que no se enfade con esta pequeña historia, ya que simplemente se trata de una inofensiva coincidencia.
Nuestro particular Iñigo Ariza podría llamarse también, Liborio Buendía o Artemio Martín, por poner algunos ejemplos más, y así podríamos seguir con una lista interminable de nombres y apellidos.
Esperamos igualmente que los Liborios o Artemios de apellidos coincidentes con los indicados anteriormente no se siente de ninguna manera ofendidos.
Efectuadas pues, las aclaraciones pertinentes, sigamos con el Iñigo Ariza de esta historia. Nuestro protagonista, para ir haciéndose una idea, es el típico personaje de esos que la gente cuando los conoce, dice que siempre quieren ser el niño en el bautizo, el novio en la boda, el guapo de la película e incluso exagerando un poco, el muerto en el entierro.
La gente como Iñigo Ariza, en todo momento quieren ejercer de maestros permanentes para las personas de su entorno, incluso para las que no forman parte del mismo. Se transforman continuamente en profesores de palabra fácil y hueca, que predican un continuo y cansino adoctrinamiento, ya que su infabilidad (ellos lo piensan así) al igual que la del Sumo Pontífice en Dogmas de Fe, es incuestionable.
Iñigo Ariza, y los que son como él, pertenecen a esa clase de gente que te dicen lo que has de hacer, pero luego, vemos con infinita sorpresa, que hacen lo contrario de lo que predican, es más o menos eso de: ¡Haz lo que yo te digo pero no lo que yo hago¡ igual que ese padre que llega borracho a casa y le da un enorme sermón a su hijo quinceañero, advirtiéndole de los enormes peligros del alcohol.
¿Cómo es posible tanta incongruencia?, pues, así es.
Esta tipo de personaje, pulula alrededor nuestro como mosca revoloteando cerca de la miel. Siempre saben de todo, siempre estuvieron antes que tú en cualquier sitio y siempre quieren imponer sus ideas a los demás sin importarles el precio.
Los Iñigo Ariza de turno, fingen que te escuchan cuando hablas, pero solo para disimular cuales son sus verdaderas intenciones, ya que al final su ego es tan enorme y los devora de tal forma, que en todo momento tiene que prevalecer su YO por encima de cualquier otra cosa, circunstancia o persona que opine diferente de ellos.
Esta clase de personajes que amenazan nuestra vida diaria son fácilmente detectables, y hay un detalle que los identifica con absoluta claridad y los deja al descubierto, ya que son individuos que se crecen frente a las personas que ellos consideran inferiores, pero luego, vemos con enorme asombro que caminan de rodillas cuando conviven con gente que ellos creen superiores e incluso se arrastran como cucarachas como si estuvieran totalmente poseídos por aquellos que tienen una elevada posición intelectual, económica o social, y de igual modo con los que son portadores de apellidos ilustres o conocidos, aunque su relevancia sea más propia del pasado, ya que en la actualidad no valen más que los que se apellidan Álvarez, Pérez o Rodríguez, por poner algunos ejemplos.
¡No me gustan absolutamente nada los Iñigo Ariza!
He tenido por desgracia, que enfrentarme a alguno de ellos para impedir que pusieran su pie encima de mi cabeza, y jamás he dejado que anularan mi independencia, ni manejaran a su antojo mi vida. Otras personas sin embargo y lamentablemente para ellas, han tenido que sufrirlos y vivir continuamente condicionados por sus caprichos, si bien es cierto, que hay quienes merecen padecer de vez en cuando, como si fuera una gripe o un simple resfriado, a un Iñigo Ariza en su existencia, ya que no hacen nada para evitarlo, tan solo callar y tragar, y eso en absoluto son opciones válidas, hay que enfrentarse a ellos, sin miedo y con decisión, hasta eliminar de nuestra sociedad este tipo de comportamientos que tratan de controlar de forma dictatorial la vida de las personas.
En muchas ocasiones, cuando se habla de Dictadores, solo nos acordamos de los dirigentes políticos de determinados países, con independencia del tipo de ideología que prediquen si es que en realidad tienen alguna, ya que generalmente quien encabeza una dictadura, lo único que quiere es mandar e imponerse a los demás de cualquier forma y a cueste lo que cueste. Sin embargo, nos olvidamos de los Iñigo Ariza que viven camuflados entre nosotros y que en cuanto pueden y ven el terreno abonado para actuar, ejercen como pequeños y patéticos dictadorzuelos de pacotilla, que entran con sigilo en nuestro entorno parapetados detrás de una bondadosa careta y disfrazados debajo de una inofensiva piel de cordero, con la única intención de ir poco a poco apoderándose de nuestra vida y acabar manejándonos a su capricho.
Sé como son los Iñigo Ariza, siguen ahí, quizás poseo un sexto sentido para detectarlos o puede que tan solo sea intuición, aunque lo que deseo fervientemente es no volver a encontrármelos ¡NUNCA MÁS! el resto de mi vida, ya que, ¡No los soporto!
Un consejo: ¡Iñigo Ariza, si quieres dominar a alguien, cómprate una mascota!
Paco Arias.
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