Educación "pública" para lo "público"
Primero, los intereses que son compartidos por sus miembros, la plenitud y libertad con que actúan, y, segundo, la cantidad de interacción con otras comunidades.Siendo uno de los retos más complejos, es la sensibilidad de colectivo la que precisamos formar en quienes acompañamos en su educación: favorecer la comunicación y las actividades compartidas, crear intereses comunes, rescatar todo el tiempo y todos los espacios para lo público.Cuando se educa para lo público, no se educa, entonces, para la individualidad: se educa para la intersubjetividad. La escuela, como espacio público y político, debe ser aquel lugar en el que se crean vínculos orientados a dar respuesta a preocupaciones comunes, donde se aprende y se vive la política, entendida ésta como la capacidad de intervenir, aportar, exigir, poner en consideración franca las propias aspiraciones y necesidades, el lugar que fomente la participación, el ejercicio de la libertad, la equidad y respeto a esos legítimos otros, de tal manera que les permita sentir sus éxitos y fracasos como propios.El carácter público obliga el sentido de universalidad, pluralidad, la posibilidad del disenso; que, en efecto, los estudiantes logren recibir herramientas cognitivas que les permita hacerse autónomos de pensamiento, capaces de decidir, y eficaces mediadores en sus comunidades.El asunto, ya sea en el interior de la escuela o en la interacción con la vecindad, es estrechar lazos, identificar intereses comunes, suscitar, como escribimos en los proyectos educativos, sentido de pertenencia. En otras palabras, hacer emerger el sentido de lo público. Si éste no se alcanza, la democracia no logra abrirse tampoco camino expedito.Infortunadamente, lo usual es que este papel de la escuela suene abstracto y ambiguo. Obturando nuestras prácticas cotidianas, podríamos encontrar que no es tan obtuso, y que la omisión de acciones concretas no es más que una disculpa para distraer el papel socializador de la escolaridad.El asunto es conseguir que cada acción tenga el propósito de producir el interés común, con el fin de fortalecer los niveles de cohesión y sentido de pertenencia y, con esto, el sentido de lo público. Pero el sentido de comunidad, sensibilizado y aprendido en pequeñas historias de la cotidianidad escolar, tiene que conducir a otros procesos de cohesión y solidaridad, progresivamente, a nivel de municipio, nación y mundo.Finalmente, el nivel más alto de construcción en el desarrollo humano será el sentido ciudadano, no sólo con la comunidad donde se vive, sino, además, con el mundo y, por qué no, con el universo. Puede sonar poético, pero ninguno es ajeno al devenir de las estrellas. Y llegar a sentir esta sutileza es suficiente aprendizaje para justificar la escolaridad.
Tomado de: Óscar Henao Mejía
Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com
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