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Doctrina Social de la Iglesia 03

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El método de la Doctrina Social de la Iglesia.-

Luego de haber desarrollado el tema de las dimensiones de la DSI, al abordar su método debemos saber que a esa estructura epistemológica de la DSI corresponde su método inductivo-deductivo.

La triple dimensión facilita la comprensión del proceso dinámico inductivo-deductivo de la metodología que, que seguida de modo genérico en los documentos antiguos, se precisa mejor en la encíclica Mater et Magistra, y se acepta de modo decisivo en la constitución pastoral Gaudium et Spes y en documentos posteriores. Este método se desarrolla en tres tiempos: ver, juzgar y actuar.

El método de la DSI implica entonces, en primer lugar el conocimiento de la realidad de la vida del hombre, de los hombres, en la sociedad, conocimiento de carácter empírico. En segundo lugar, exige la atenta reflexión sobre dichas realidades a la luz de la fe y tradición eclesial, bajo la perspectiva de la antropología cristiana. Finalmente el método de la DSI, al igual que la misma DSI, comprende la práctica, hacia la cual se encuentra orientada por ser su propia finalidad la DSI. Como ya indicaba el texto citado en la Congregación para la Educación Católica: “el método de la DSI  se identifica con el método de ver, juzgar y actuar, introducido por la Juventud Obrera Católica, y reconocido en la DSI por “Mater et Magistra”

Es importante precisar que será en el juzgar en donde se encuentre lo específico del método de la DSI:

En esta fase intermedia se sitúa la función propia del Magisterio de la Iglesia, que consiste precisamente en interpretar desde el punto de vista de la fe la realidad y ofrecer “aquello que tiene de específico una visión global del hombre y de la humanidad”.

En consecuencia, es posible afirmar que el método de la DSI tiene a la vez un carácter inductivo, es decir ascendente de la realidad a la doctrina, y deductivo, descendente de los principios a la praxis. Además, el método tiene un carácter histórico fundamental, originado en el hecho de que se trata de un proceso dinámico dependiente, o en función de la variación de las situaciones históricas a las que se aplica.

El observar en los documentos magisteriales la aplicación de la metodología propia de la DSI nos permite comprender que ella forma parte de la misión, de la vida de la Iglesia, que pertenece al “ejercicio de este ministerio de evangelización en el  campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia”, en que todos los creyentes estamos comprometidos.

Basta conocer las consecuencias que de la metodología de la DSI se desprende al tomar conciencia de que los documentos de la DSI pretenden ante todo dar respuesta a problemas propios del momento histórico en que se redactó. “Más aún, en la misma formulación de la doctrina se observa el peso de las ideas dominantes y las corrientes de pensamiento de cada época”. Por ello se puede afirmar que a través del método de la DSI se percibe la vida misma de la Iglesia, enfrascada en un proceso de reflexión motivado por la urgencia de responder a aquello que en cada momento preocupa a la humanidad.

El discernimiento en la Doctrina Social de la Iglesia.-

Como parte de la última etapa del método del la DSI, del actuar, se encuentran en él dos momentos distinguibles: primeramente, las directrices de actuación que el magisterio establece según los problemas sociales planteados, y en segundo lugar, la puesta en práctica efectiva de estas directrices en cada situación concreta por las comunidades cristianas. Este último momento requiere, para su efectividad, la aplicación de lo que la Congregación para la Educación Católica denomina “discernimiento”:

No se pueden poner en práctica principios y orientaciones éticos sin un adecuado discernimiento que lleva a toda la comunidad cristiana y a cada uno en particular a escudriñar “los signos de los tiempos” y a interpretar la realidad a la luz del mensaje evangélico.

En el texto citado podemos ver que en el proceso de discernimiento se encuentran presentes dos núcleos: el sujeto del discernimiento y el objeto del discernimiento. El sujeto del discernimiento es la comunidad cristiana en cuanto analiza la situación de su propia  realidad. Constituye un aporte a dicho discernimiento, la asistencia del Espíritu Santo, actor en el momento de un discernimiento de fe. Además, la jerarquía actuando ya sea a través de documentos o directamente.

Es evidente que el discernimiento cristiano debe situarse en una actitud de fidelidad no sólo a las fuentes evangélicas, sino también el Magisterio de la Iglesia y a sus legítimos pastores.

Asimismo, constituye un aporte a este sujeto del discernimiento, el diálogo con los demás hermanos cristianos y todos los hombres de buena voluntad.

El sujeto del discernimiento cuenta con los evangelios y la DSI,  debiendo tener en cuenta la advertencia de no pretender deducir de ellos superficialmente una respuesta unívoca y universalmente válida, sobre todo, considerando la diversidad de las situaciones que el discernimiento debe enfrentar.

El objeto del discernimiento estará constituido por las opciones y compromisos que conviene asumir para alcanzar las trasformaciones que en cada situación se consideran necesarias. Esto deberá ser mediado imprescindiblemente por el análisis cisntífico. “Cuanto ha sido dicho sobre la razón humana que piensa la sociedad puede ser aplicado a este aporte”.   

Respecto al grado de diversidad que puede darse entre las propuestas concretas a que lleguen los cristianos con consecuencia del discernimiento, ofrece luces la distinción hecha por la misma DSI respecto al diverso nivel de las afirmaciones contenidas en sus documentos “principios de reflexión, normas de juicio y directrices de acción”. En el mismo sentido, las propuestas concretas a que llegue la comunidad cristiana como resultado del proceso de discernimiento deberán coincidir necesariamente en cuanto ninguna podrá contradecir el Evangelio o la tradición doctrinal del magisterio. Luego, ya en el campo práctico, las propuestas pueden ser diferentes aunque no en los aspectos éticos, sino solamente en los técnicos. Rafael Sanz de Diego, resalta la evolución llevada a cabo al interior de la DSI en el sentido de ir confiando crecientemente en el discernimiento del seglar adulto.

Teórica y prácticamente la DSI ha ido admitiendo y matizando el pluralismo en la acción social y política de los católicos. Tras las controversias iníciales en tiempos de León XIII y Pio X, que dieron origen a “Graves de communi” y a otros documentos posteriores – que conceptuó como crisis de crecimiento -, en la DSI se ha ido abriendo paso un talante nuevo, que considera al seglar como adulto y admite y desea el pluralismo.

La evolución de la Doctrina Social de la Iglesia.-

Como consecuencia de la exposición hecha hasta este punto respecto de la naturaleza de la DSI en relación con su propia estructuración epistemológica, podemos comprender que la DSI es un cuerpo doctrinal en constante evolución.

Como ya se ha dicho, la doctrina social de la Iglesia, por su carácter mediador entre el Evangelio y la realidad concreta del hombre y de la sociedad, necesita ser actualizada continuamente y responder a las nuevas situaciones del mundo y de la historia. De hecho, en el transcurso de los años ella ha experimentado una evolución notable.

Lo que es importante subrayar en la evolución de la doctrina social es que aun siendo ella un “cuerpo” doctrinal de gran coherencia, no se ha reducido a un sistema cerrado, sino que se muestra atenta al desarrollo de las situaciones y capaz de responder adecuadamente a los nuevos problemas o las nuevas formas de presentarlos.

Al estudiar en conjunto los diversos documentos componentes de la DSI  se descubre entre ellos a la vez de diversidad, continuidad; lo cual, de por sí, habla de un proceso permanente de volver a sistematizar los conceptos y reformular muchos aspectos:

Cambia, de manera sintomática, la sistematización. Véase por ejemplo, el énfasis que ponen las primeras encíclicas en la propiedad, que queda constituida como el fundamento de todo el orden social (de manera clarísima en la Rerum Novarum), y cómo posteriormente es el trabajo el que pasa a ocupar el primer lugar (ya desde Mater et magistra).

Los factores de la evolución de la DSI, fueron señalados por Pablo VI en la Octogésima adveniens n. 42, especificando como tales:

. La “reflexión madurada al contacto con situaciones cambiantes de este mundo, bajo el impulso del Evangelio como fuente de renovación”

. “la sensibilidad propia de la Iglesia, marcada por la voluntad desinteresada de servivio y la atención a los más pobres”

. Su “experiencia multisecular” que le permite asumir innovaciones atrevidas y creadoras.

Descubrimos entonces en la evolución inscrita en la estructura epistemológica de la DSI la simultánea presencia de las notas de continuidad y renovación, las cuales se manifiestan de la siguiente manera:

Es constante porque se mantiene idéntica en su inspiración de fondo, en sus “principios de reflexión” en sus fundamentales “directrices de acción” y sobre todo, en su unión vital con el Evangelio del Señor. Por el otro, es a la vez siempre nueva, dado que está sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las condiciones históricas.

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Andrés Arbulú Martínez

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