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Doctrina Social de la Iglesia 05

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El giro epistemológico en el Magisterio Social de Juan Pablo II.-

Al publicar su programática encíclica Redemptor hominis, Juan Pablo II entrega las líneas en que fundamentalmente insistiría en la estructuración epistemológica de su magisterio social. Así, en Redemptor hominis, n. 13, recuerda que le misterio de la Encarnación es el fundamento de la DSI, así como de toda la misión de la Iglesia.

Cristo Señor ha indicado estos caminos sobre todo cuando – como enseña el Concilio – “mediante la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre” La Iglesia divisa por tanto su cometido fundamental en lograr que tal unión pueda actuarse y renovarse continuamente.

Asimismo en el siguiente número de su programática encíclica presentará al hombre como objeto del Magisterio Social, al decir:

Este hombre es el camino de la Iglesia, camino que conduce en cierto modo al origen de todos aquellos caminos por los que debe caminar la Iglesia, porque el hombre – todo hombre sin excepción alguna – ha sido redimido por Cristo, porque al hombre – cada hombre sin excepción alguna – se ha unido Cristo de algún modo.

La primera encíclica propiamente “social” de Juan Pablo II, Laborem exercens, aportará como elemento propio, en cuanto a la estructuración de su doctrina, el recurso a fuentes específicamente teológicas, sobre todo, a las Sagradas Escrituras. Además, recurrirá al magisterio anterior en materia social, y abundantemente a Santo Tomás. En esta encíclica llama la atención el que se regrese al término “doctrina”, aunque no se abandona el término “enseñanza”.

La doctrina social de la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura. Esa doctrina perteneció desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida social.

Al publicar la Sollicitudo rei sociales, a los veinte años de Populorum progressio, Juan Pablo II define el perfil epistemológico de la DSI.

La doctrina social de la Iglesia no es, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología, y especialmente de la teología moral.

Sabemos entonces con claridad que la Doctrina Social de la Iglesia pertenece al campo de la teología moral, posee por tanto un estatuto estrechamente vinculado con la fe, la cual quiere proyectarse sobre la vida social. Simultáneamente, al enfatizar el carácter moral de la DSI, Sollicitudo rei sociales pone en primer plano la importancia de la conciencia.

Puesto que pertenece al campo de la teología su fuente es principalmente el Evangelio y busca orientar desde él el actuar del hombre en sociedad;  por ello, la DSI queda inscrita también  en el núcleo mismo del actuar de la Iglesia, no pudiendo ser considerada una especie de actividad secundario: “La enseñanza y al difusión de esta doctrina social forman parte de la misión evangelizadora de la Iglesia”. Este situar la DSI en el núcleo del ser de la Iglesia, a la vez de ser heredera de las orientaciones del Vaticano II, manifiesta una de las grandes preocupaciones de Juan Pablo II: la presencia de los cristianos en la vida pública.

Respecto a la metodología de la DSI, el n. 1 de Sollicitudo rei sociales hace importantes planteamientos, afirmando el predominio de la metodología inductivo-deductiva, al señalar que la DSI es:

Un “corpus doctrinal renovado, que se va articulando a media que la Iglesia, en la plenitud de la palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el curos de la historia”

En consonancia con este planteamiento metodológico, en la estructura de la misma encíclica las partes más importantes, la cuarta y la quinta, están dedicadas a la interpretación de las realidades modernas, respecto al desarrollo y a la reflexión, con un innegable acento en el método inductivo deductivo.

Al conmemorarse cien años de publicada la primera encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, Juan Pablo II publica la Centesimus annus. Es de destacar como particular acento de esta encíclica, en cuanto a la estructuración de la DSI, su preocupación por el carácter práctico de esta: “Para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no debe considerarse como un teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción”. También, el que la Centesimus annus señala la dimensión interdisciplinar de la DSI en razón de su central preocupación por el hombre.

La doctrina social, por otra parte, tiene una importante dimensión interdisciplinar. Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre.

Como se ve, desde el planteamiento de la dimensión interdisciplinaria de la DSI, el hombre viene a ser como el hilo conductor y el móvil del magisterio social de Juan Pablo II. No en vano al iniciar esta sección señalábamos tal preocupación presente en su magisterio desde la Redemptor hominis.

A lo largo del Pontificado de Juan Pablo II las intervenciones magisteriales no se han producido solamente por medio del ya tradicional instrumento de las “cartas encíclicas”. También ha habido diversos documentos de distintos organismos de la Curia Romana, los cuales han abordado unos u otros aspectos de la DSI, de manera más o menos extensa. Estos documentos, habiendo sido abordados anteriormente en este Módulo al tratar el tema de la naturaleza epistemológica de la DSI, no son objeto de un particular estudio pues sus contenidos mayormente han sido recogidos por las cartas encíclicas que se han estudiado.

Entre los momentos del Pontificado de Juan Pablo II importantes para la ubicación epistemológica de la DSI se encuentra indudablemente el lugar que se le dio en el “Catecismo de la Iglesia Católica”. Al publicarse éste, incluyó en los números 2419 al 2425, bajo el epígrafe “la doctrina social de la Iglesia”, la formulación de su fundamento, razón de ser, naturaleza, desarrollo y contenido. Adicionalmente en muchos otros apartados son numerosas las referencias a elementos de la DSI. Resaltamos la importancia de este hecho pues según dice la Constitución Apostólica Fidei Depositum: “El Catecismo de la Iglesia Católica, es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica”, lo cual consagra la DSI como uno de los elementos integrantes de la doctrina católica y de la fe la Iglesia.

Aspectos principales del giro epistemológico.-

En esta parte buscamos recoger a modo de síntesis los distintos elementos que hemos descubierto en la gestación del giro epistemológico de la DSI, en el magisterio social pontificio a partir del Concilio Vaticano II, buscando señalar las líneas de continuidad que entre los distintos momentos estudiados se dan a este respecto.

Nos parece importante precisar que al utilizar el concepto de giro epistemológico de la DSI, nos referimos al cambio producido en su manera de estructurarse como discurso. Es decir, al cambio en los elementos que constituye su fundamentación, y la manera como éstos se relacionan entre sí dando origen a su palabra sobre el hombre en su realidad social. Asimismo, el cambio producido, como consecuencia, en la manera en que ese discurso una vez elaborado se proyecta sobre la realidad social.

El estudio del giro epistemológico en la DSI, reiteramos, se ha referido como objeto de estudio al magisterio social pontificio posterior al Concilio Vaticano II, aunque haciendo referencia en cuanto antecedentes al magisterio social anterior al Concilio, en la medida en que su estudio fuese necesario para entender cómo, o en qué momento, se originan los procesos manifestados claramente después del acontecimiento conciliar.

Respecto al momento en que dicho giro epistemológico se produce, podemos recoger las acertadas palabras del Juan Carlos Scannone cuando afirma que:

En general se señala una especie de “viraje” en el Magisterio Social después de Pio XII, aunque algunos autores, como K. Rahner o J. Ratzinger, lo sitúan ya en la “Mater et Magistra” otros más bien lo ponen en la “Pacem in terris” o en el Vaticano II. Hay quienes, por su lado, acentúan la novedad de “Populorum pregressio” pero quizás un mayor número de comentadores se refiere sobre todo a la “Octogesima Adveniens” como el gozne principal de ese viraje.

Como se puede ver en el panorama presentado por Scannone en el texto recién citado, el tema del giro epistemológico de la DSI ocasiona coincidencias y discrepancias. Hay coincidencia al afirmar que éste efectivamente se produjo, pero discrepancia en precisar cuándo se dio. Parece ser lo más prudente, más que señalar un documento determinado del magisterio social como punto exclusivo de inflexión, afirma que le giro epistemológico se da como proceso, y como tal, más que darse total y exclusivamente en un momento, se va articulando y madurando en sucesivas etapas, las, cuales pueden identificarse con los distintos pontificados de Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI, y Juan Pablo II. En el desarrollo de este proceso es imprescindible señalar los documentos del Concilio Vaticano II, sobre todo las Constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes, como momento central del giro epistemológico, en la medida que la eclesiología que surge del Concilio es la base desde la cual se gesta el nuevo modo que tiene la Iglesia de relacionarse con el mundo, y en ella su doctrina social.

El Vaticano II significa el acercamiento de la Iglesia hacia el mundo moderno, entre otras cosas convocando a obispos de todo el orbe, teólogos, observadores de otras confesiones cristianas, y expertos en diversas áreas. Todos entregados al estudio de los problemas y males, promesas y amenazas, logros y aspiraciones de la sociedad moderna. Esto constituyó a desarrollar en la Iglesia una nueva actitud de diálogo con el mundo, lo que enriquecerá inmensamente la perspectiva y el método de la DSI. Las consecuencias de este momento se prolongarán, de manera que “Todos los documentos sucesivos de los Papas sufrirán la influencia del enfoque conciliar sobre los problemas sociales, económicos, culturales e internacionales de nuestra época.

Consideramos que los siguientes puntos articulan los elementos más gravitantes del giro epistemológico de la DSI a partir del Concilio Vaticano II:

1.- En lo que se refiere al método de haber utilizado en su primera época marcadamente el método deductivo, la DSI se orienta hacia el método inductivo-deductivo. En este punto intervienen el uso dado al derecho natural como fuente, y la sensibilidad frente al mundo contemporáneo. Es evidente que la desconfianza hacia el mundo moderno llevó al magisterio a evitar cualquier forma de paso de la realidad contemporánea hacia la formulación doctrinal, por considerar de por sí este procedimiento sospechoso. Se prefería en cuanto la seguridad que se veía en él, recurrir a los postulados inmutables del derecho natural, para de ellos deducir principios que universalmente debían ser aplicados.

2.- En lo referido a las fuentes, en la primera época el derecho natural se convierte en la fuente fundamental de la DSI, contrastando su preponderante presencia a las escasas referencias evangélicas, a modo de confirmación de verdades ya asentadas por otros caminos.

A partir del Concilio Vaticano II, con los antecedentes conocidos del proceso en el magisterio anterior, hay una nueva conciencia de la alteridad de la Iglesia respecto al mundo. Reconoce entonces la Iglesia que en la sociedad moderna no puede esperar la identificación que respecto a ella tenía en el esquema de cristiandad la sociedad civil. Por tanto, la fundamentación sobre la base del derecho natural pensada para épocas de cristiandad pierde vigencia. Adicionalmente, el derecho natural como fuente de la DSI hace crisis en cuanto la DSI busca, no ya ofrecer un modelo de sociedad aceptable para todos, sino que pueden aportar los cristianos como tales a una sociedad secular. Por ello, la presencia del giro epistemológico en la DSI se caracteriza por qué no se invoca ahora en los documentos de la DSI de forma genérica la fuente evangélica y cristiana de la enseñanza social, sino que atentamente se busca señalar la dependencia de sus afirmaciones concretas respecto de la doctrina del hombre contenida en el Evangelio.

Se trata del tránsito de la concepción aristotélica de la ciencia según lo entendió la neoescolástica, aplicada a la DSI, a un método de teología sistemática inspirado en el Vaticano II.

El concepto neoescolástico de ciencia (tanto de filosófico como en la teológico), que se mueve en el ámbito del concepto representativo y abstracto, parte de las esencias conocidas transhistóricamente, y una reducción sistemática a partir de la mismas, para luego aplicarlas a la acción histórica. En cambio el método teológico conciliar parte de una fundamentación más explícita en la Revelación histórico-salvífica.

La DSI tiene claro ahora que es parte de la teología y, específicamente, la teología moral. Su lugar epistemológico propio está ubicado en el diálogo entre el Evangelio y las ciencias humanas, siendo su objeto formal la verdad que la Revelación entrega sobre el hombre.

Sin embargo es preciso decir que cuando se prefiere no usar el modo preferente el derecho natural como fuente se está hablando del derecho natural en sentido estricto, es decir como es entendido por la neoescolástica. Pues a diferencia de éste, el derecho natural en sentido amplio o lo justo por naturaleza, no son negados, sino que permanecen como momentos internos de una comprensión claramente teológica de la DSI. Scannone señala por esto que:

De ahí podríamos ciertamente hablar de una unión noética entre los conocimientos de Revelación y de razón, inconfusa e indivisamente unidos, según la analogía de la Encarnación.

3.- Por otro lado, habiendo nacido la DSI con la Rerum novarum como respuesta a los problemas típicos de la naciente sociedad industrial europea, con el giro epistemológico producido en torno al Concilio Vaticano II, la DSI amplía su horizonte temático y geográficamente:

A partir de Juan XXII hay una apertura creciente a los problemas del tercer mundo. El relieve que se da en la Gaudium et Spes al concepto de desarrollo pone las bases para que la dimensión internacional de la economía adquiera una importancia creciente en la Doctrina Social de la Iglesia: Populorum progressio y Sollicitudo rei socialis son los mejores exponentes de que en el mundo contemporáneo la cuestión social ha adquirido dimensiones mundiales.

4.-  Además de presentar un magisterio social coherentemente elaborado, conforme se ha explicado anteriormente, el giro epistemológico de la DSI significa hacer de ella un llamado urgente a la acción. Es decir, el mismo método de la DSI inscrito en su naturaleza, lleva por sí a hacer de ella un cuerpo doctrinal con finalidad práctica.

5.- La estructura a que lleva el giro epistemológico operado en la DSI implica, como hemos visto, también la diversificación del sujeto que interviene. Con tal que cada uno actúe en el papel que le corresponde, desde que se reconoce el papel de la reflexión doctrinal y se destaca el lugar del discernimiento en conciencia del laico cristiano, se acepta que las iniciativas se multipliquen en toda la Iglesia.

Concluyendo esta parte resaltamos que la preocupación de la DSI hoy no se organiza tanto en torno al orden social, cuanto en torno al desarrollo del sujeto. Un replanteamiento así concebido del la DSI nos impide hablar ya de ella como un conjunto de normas férreas y preestablecidas, las cuales no dan suficiente lugar a los condicionamientos histórico-culturales. Esto nos lleva a una doctrina más dinámica y vital, que se geste continuamente en el crisol del Evangelio. El cómo proceder metodológicamente ante este cambio de enfoque significa, en el fondo, preguntarse por le misterio del mismo de la Encarnación.

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Andrés Arbulú Martínez

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