Desde principios de 1900, la inseminación artificial se lleva a cabo, por lo que se le considera el más antiguo de los tratamientos de fertilidad. En tal época, bastaban algunos espermatozoides sanos que posteriormente se introducían a una especie de jeringuilla grande. Hoy en día, los espermatozoides se depuran, para después colocarlos cuidadosamente en el útero. Este procedimiento en específico, tiene el nombre de inseminación intrauterina.
La inseminación artificial es un procedimiento que puede ayudarles a concebir, a todas aquellas personas que padecen de alergia al esperma, o si tienes a una pareja que produce espermatozoides en baja cantidad o con motilidad escasa. Para este último caso, el tratamiento que también se aconseja es la inyección intracitoplasmática de espermatozoides. De igual manera, la inseminación artificial puede ayudar también, a aquellas parejas con algún problema de fertilidad que hasta la fecha se desconoce.
El porcentaje de éxito que se presente en la intervención, dependerá directamente del problema de fertilidad que tenga la pareja, así como de su edad. Gran parte de las parejas que optan por la inseminación artificial, tienen entre el 5 y el 20 por ciento de probabilidades de concebir en cada etapa del proceso. Es así como la inseminación artificial ha contribuido a la reproducción humana por parte de aquellas parejas que por alguna u otra razón no han podido concebir. De esta manera, representa un avance de la medicina que sin lugar a dudas, ha sido agente fundamental en la evolución humana.
A. Verástegui
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