¿Están locos?
Siempre corremos un riesgo al tratar de establecer los límites de una presunta normalidad en el comportamiento del ser humano, no obstante casi todos coincidiremos en calificar negativamente a asesinos, maltratadotes, violadores, pederastas, etc. Sobre todo a estos últimos.
Como sobreviviente de abusos sexuales en la infancia he oído todo tipo de expresiones para referirse a los pederastas; expresiones tan radicales como lógicas. También en la sociedad el debate parece claro. Los conceptos cadena perpetua, pena de muerte u otros peores están a la orden del día.
Uno de los aspectos que a mi me importa bastante menos que a otros muchos que se pierden en debates que no llevan a ninguna parte, es el que trata de dilucidar si estos personajes están enfermos o son delincuentes sin más. Muchas personas opinan que el hecho de que sean etiquetados como enfermos es un eximente, una justificación que persiguen en su propio beneficio. Es posible. Y también es probable que deban cambiar muchas cosas. En ello estamos.
No le doy excesiva importancia a la etiqueta porque lo que realmente importa, lo que de hecho debería importarnos a todos, es que a estos individuos se les aparte de la sociedad. Les corresponde a los especialistas dictaminar que institución ha de encargarse de esos delincuentes, porque a fin de cuentas no debemos olvidar que el abuso sexual es un delito. Que su destino sea la cárcel u otro tipo de institución, personalmente, ni me importa ni me incumbe demasiado. Lo que si me importa, y mucho, es tener la garantía de que estos individuos no van a volver a la circulación mientras no se demuestre que se han rehabilitado.
Una de las funciones de nuestro sistema penal es castigar el delito, como es obvio, pero también debe trabajar para la rehabilitación del recluso. Esto choca frontalmente con una realidad; un agresor sexual, y más aún un pederasta, muy pocas veces es recuperable. Esto lo sabe cualquier psicólogo mínimamente especializado. No digo que no deba hacerse. Si se logra rehabilitar un solo pederasta, uno menos del que preocuparnos.
En mi opinión debe existir una pena concreta para cada castigo, pero también debe haber un seguimiento a fin de no reinsertar en la sociedad a ciertos personajes que se sabe a ciencia cierta que volverán a delinquir. En definitiva, si un pederasta supone un peligro para la sociedad debe ser apartado. ¿Y si no se recupera nunca? Pues deberá estar apartado siempre. ¿Cuál es el problema?
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Joan Montane Lozoya
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