Existencia, Tradición y Futuro
No soy un experto conocedor de la filosofía moderna (ni de la antigua), y conozco sobre la materia, apenas lo poco que pude aprender (entender) en mis años de bachillerato en la asignatura correspondiente, y en alguna consulta posterior que a modo de curiosidad he realizado rebuscando en diferentes fuentes, por todo esto, no pretendo ni mucho menos, escribir aquí de filosofía, sería como mínimo un osado, pero a lo que si quiero referirme es a mi propia filosofía (aunque esta sea de batín y zapatillas, es decir de andar por casa) de las cosas y en concreto de los apartados anteriormente expuestos.
1) La Existencia: Un concepto tan amplio como complicado. Tan difícil de entender y más aún de explicar. Algo que a lo largo de los siglos, tantos y tantos hombres sabios han intentado descifrar y no han conseguido, pues la capa de misterio que rodea la existencia es tan profunda, que podemos taladrar y taladrar sobre ella, que nunca llegaremos a ver lo que de verdad se esconde en el fondo.
Muchas veces queremos protegernos ante el temor a lo desconocido que la propia existencia representa, y pretendemos ayudarnos con ese bálsamo suavizante que supone la religión, la fe, la creencia en un ser superior que dote de un verdadero sentido a nuestra vida, y que existir no sea solo eso, es decir, nacer, vivir y morir sin más, y ¿después que coño (con perdón) pasa?
Cuantas veces nos hemos comido el coco, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza, preguntándonos todo lo que supone nuestra presencia en este planeta y los grandes misterios que la rodean. Probablemente, algunas mentes privilegiadas hayan llegado a conclusiones más o menos lógicas, con fundamento, pero la mayoría de los mortales (y yo me encuentro entre ellos), lo único que hemos conseguido es meternos en esa montaña rusa de la existencia, subimos y bajamos una y otra vez, y al final nos hemos exprimido tanto el cerebro pensando sobre lo que supone existir, que en un momento dado ya no sabemos si estamos en la cima de la cumbre o abajo, o si todo esto nos cogeen medio de la subida o en pleno descenso.
La conclusión es que, lo que hay es lo que se puede ver, más allá de donde le lleven a cada uno, sus creencias particulares, ya sea por seguridad, convencimiento o tranquilidad.
Lo que si está claro es que existir es presente, es hoy por hoy, lo único real. Ayer ya fue, mañana Dios dirá (o Ala, Mahoma, Buda o Aladino y su lámpara, según cada caso).
2) La Tradición: Solo sirve cuando se ajusta a los tiempos, la que se queda desfasada, ya no vale. Lo eficaz, duradero y positivo de lo que sea, no viene determinado por ser algo que se lleva haciendo durante años y años, lo antiguo, si lo único que tiene es telarañas por el paso del tiempo, no nos sirve. Las tradiciones que hay que mantener son las que están en consonancia con los tiempos que vivimos, no las desfasadas, propias de otras épocas de la historia de la humanidad, y que en algunos casos han sido lamentables y crueles, fruto de mentes retorcidas y fanáticas, alejadas de cualquier tipo de sentimiento compasivo y de respeto por la vida humana.
¡No a la tradición por la tradición! lo moderno, no tiene que ser por sistema peor que lo tradicional, habrá que analizar detenidamente lo que es propio del presente y lo que no procede. Esperemos, por ejemplo, no volver ver tradiciones como las que se repetían hasta hace muy poco en algún pueblo, cuando tiraban a una cabra desde el campanario de la iglesia, para celebrar no se qué, salvaje costumbre y también podemos entrar en determinados comportamientos, por exponer casos concretos, de tipo tradicionalmente machista que afortunadamente hoy, en pleno siglo XXI están casi superados, y digo casi, por que todavía hay algunos impresentables, por llamarlos de alguna forma, que justifican eso de como soy hombre, le puedo ser infiel a mi mujer, pero si ella lo es conmigo, le doy una paliza (o la mato).
3) El Futuro: Probablemente, lo que voy a decir a continuación, no sea ninguna novedad, pero por si alguno no se ha dado cuenta, he de indicarle, que lamentablemente el futuro no existe. Y lo repito, solo existe hoy, ni ayer, ni mañana, tan solo hoy. Está muy bien eso de pensar en el día siguiente, de ser precavido, pero como el ser humano es egoísta por naturaleza, siempre quiere más, y no solo piensa en mañana, luego es en pasado mañana, y así sucesivamente, hasta que llega un momento que pierde la noción del tiempo, y se cree que va a vivir toda la vida.
A veces quedo sorprendido de como se comporta mucha gente en su vida, por que hace y dice cosas como si su fuera interminable su paso por la tierra. Esto lo puedo comprobar sobre todo en el avaro, en el egoísta, y en todos aquellos que quieren acumular cuantas más riquezas mejor. Esos que ven en el dinero solo un fin para ser cada vez más y más ricos, y no como un medio para vivir mejor, y poder conseguir cosas que les permitan tener una existencia más segura y agradable.
Está claro que todos queremos vivir el mayor numero posible de años, aunque el objetivo debería ser la calidad de esos años, por que existir por el mero hecho de hacerlo y a cualquier precio, creo que no tiene mucho sentido. Muchas personas han llevado una existencia tan desagradable y con tanto sufrimiento que vivir muchos años solo les ha traído más desgracia y dolor.
No obstante, vivir el presente, no quiere decir que no seamos optimistas de cara al futuro, pero siempre siendo conscientes que el objetivo en todo momento, es el ahora, y no el después, ya que si estamos muy pendientes de disfrutar el domingo, igual nos perdemos lo que hay el sábado, y también como dicen muchos expertos en cuestiones sobre el comportamiento humano, la felicidad no está al final del camino, sino durante el transcurso del mismo, por eso si pensamos tanto en mañana, igual nos pasa hoy sin enterarnos y nos estamos perdiendo algo realmente interesante.
La sabiduría del refrán siempre acertadamente aconseja, no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy, es la mejor receta para existir y al mismo tiempo para saber aprovechar al máximo, esa cosa tan valiosa y tan irrecuperable cuando se pierde, que se llama tiempo.
Paco Arias.
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