Todos sabemos cuán atemorizante puede ser -incluso de pensamiento- el hecho de tener enfrente a un grupo numeroso de personas. Una de las razones por las que pronunciar un discurso nos están causando tanto miedo, no es por el discurso propiamente, sino por la audiencia.
La mayoría de las veces, el orador o expositor, se levantará frente a la gente con el propósito de impresionarlos, esperando una buena respuesta por sus palabras, su lenguaje corporal y su comportamiento. La causa de este hecho es que la presión puede ser abrumadora.
Nadie ha hecho un buen discurso por ser un manojo de nervios. Lo primero que hay que hacer es aprender a relajarse. Cuando se está relajado se encontrará con mucha más confianza, y su lenguaje corporal y todas esas cosas pequeñas, se encontrarán mucho mejor. Sonar y parecer nervioso, nunca captura al público.
El segundo aspecto crítico, es el de la preparación. Su nerviosismo transmite la imagen de no estar bien preparado. Incluso, los mejores oradores públicos, preparan muy bien y ensayan sus discursos una y otra vez. Un orador bien preparado es un altavoz de confianza. Si usted sabe lo que quiere decir, aumenta su confianza y le quita mucha de la incertidumbre, que es la causa de tanto miedo.
Por último, es necesario comprender que la confianza es un sentimiento. Es algo que se puede "activar" en su interior. Usted debe asegurarse de que va a "subir" al hablar. Prepararse mentalmente es tan importante como la preparación técnica del discurso. Ensayar su discurso en su mente, concentrarse antes de hablar, y eliminar todas las distracciones, son pasos críticos muy importantes que usted necesita dar para lograr un excelente discurso.
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