Romanticismo urbano

Romanticismo urbano

Ahí, en la calle Constelaciones, justo frente a los periódicos se ve el letrero de madera colgado sobre la fachada, se venden flores y se hacen ramos de novias; gardenias, alelíes, claveles y azucenas perfuman el pequeño rincón donde trabaja Laura que sentada va quitando una a una las espinas de centenares de rosas. Jorge vive a unas cuadras, sedado por el penetrante olor a grasa en su overol nunca percibió ni el clavel ni la gardenia ni sabía que existía esa florería.

Una tarde, como una explosión, Jorge volteó la mirada y descubrió a una hermosa mujer cubierta de tallos sin rosas, con navaja en mano, los cabellos lacios y la mirada esquiva, no supo que hacer, no parpadeó en minutos.

Jorge está locamente enamorado de la chica que hace ramos de novias es por eso que busca cualquier pretexto para pasar frente a la florería, él no sabe que decir y ella nunca voltea a verlo. Caminatas sin destino fingiendo que está armado de valor, al doblar la esquina el temblor de las rodillas a penas si le permiten avanzar.

-Bu-bu-bu-enas, dijo Jorge con un hilo delgado de aire sosteniendo el sombrero que había comprado para saludar a Laura, tratando de pescar algo de aliento, de pie frente a ella esperando una respuesta y ella continuó quitando una a una las espinas de los tallos sin siquiera chistar.

Arrastrando las suelas Jorge juró por su propia vida que nunca volvería a pasar por la calle Constelaciones. Nunca se enteró se enteró de que Marú era sorda y que hace ramos para novias esperando que un enamorado llegue a saludarla y mucho menos sabe que el oscuro olor que despedía su overol siempre la hacía voltear para ver a lo lejos su trasero alejarse.

Lorena Somocurcio

Me niego a colgar los tenis

Mis piernas tiemblan por ti

Boda bajo el mar

La coleccionista

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