La Mejor Actitud para Enfrentar a la Gente Agresiva
Es importante que sepas que cualquier persona puede tornarse agresiva hacia ti en algún momento. Y esa actitud hostil contra ti puede tomar diversas formas. La agresividad es un componente siempre presente en nuestras vidas. Es por eso tan importante que sepas qué hacer cuando alguien se pone agresivo o agresiva contra ti.
Inicialmente debes tratar de mantenerte calmado. Actúa como si esa persona no te estuviera atacando a ti. Imagina que su agresividad es contra alguna idea o conducta que has manifestado. No lo tomes como algo exclusivamente personal. Posiblemente sea un malentendido.
En general serán buenas defensas contra la hostilidad, la conducta respetuosa, la paciencia, el ignorar hasta cierto punto las palabras y las conductas del otro; también la ironía y el uso de un buen sentido del humor. Con esto muchas veces ganarás las peleas.
Trata de relajarte y comprender que la otra persona se siente herida por algo. Recuerda que si reaccionas agresivamente, el otro podrá tomarlo como incentivo o justificación para escalar en su hostilidad contra ti. Mantén una respuesta basada en la asertividad.
En primer lugar trata de averiguar por qué está esa persona está demostrando agresividad. Pregúntate si hay algo de razón en lo que dice y si pudieras hacer algo al respecto. De existir algo en lo que pudieras ayudar razonablemente para calmarla, hazlo. Ofrece disculpas si fuera apropiado. Intenta en cambio no burlarte de lo que dice, al menos al principio.
El objetivo tácito de la persona hostil o exigente es llevar a efecto un cambio en la relación de fuerzas. Quiere ponerte por debajo de ella. Sus acciones van dirigidas a variar tu posición y la de ella dentro de la jerarquía social. La defensa personal que pongas en práctica estará dirigida a evitarlo.
Pero a veces esa persona no más tiene miedo, sufre o quiere desahogarse contigo. Por eso siempre conviene disponer de un rango de tolerancia, de un escudo flexible. Ese escudo te servirá para "dejarle pasar" algunas cosas que diga y que haga. Esa razonable tolerancia y ecuanimidad no hace más que demostrar tu fuerza personal.
Con frecuencia un objetivo secundario de la conducta agresiva es herir. Sobre este no debes preocuparte demasiado. Causar malestar a otra persona es algo muy sencillo. Es tan fácil que cualquiera puede conseguirlo y poco se puede hacer para impedirlo completamente. Así que no podrás evitar el malestar que provoca el enfrentamiento con alguien que se ha puesto hostil.
Lo que corresponde es estar listo para enfrentar la hostilidad y minimizar sus efectos. Pero siempre debes mantenerte optimista en lo posible. No te amargues; las relaciones sociales normalmente te deben proporcionar muchísimo más bienestar que inconvenientes. Y eso a pesar de la agresividad que siempre estará de una forma o de otra, a tu alrededor.
Ahora bien, ¿pueden manejarse todas las situaciones hostiles sin violencia? La respuesta, lamentablemente, es "no". Sin embargo, casi todas pueden reducirse con un poco de habilidad, a simples malentendidos. Y cuando esto se logra, siempre cabe la posibilidad de aclararlos.
Debes tratar de no asumir una actitud de fuerza o de autoridad sobre la otra persona. La mayoría de las veces eso no te ayudará. Sé hábil y ganarás muchas batallas. Aunque debes saber que todo tiene un límite.
A veces las otras personas agresivas logran sobrepasar lo soportable. En ese momento el que no actúes de manera más radical puede ser interpretado como un signo de debilidad. Y ese tipo de interpretación más que beneficios lo que hace es agravar la tirantez.
Eso se explica porque el otro instintivamente tratará de aprovechar esa supuesta superioridad que ha detectado sobre ti. Si las cosas llegan a ese punto, lo que debes hacer es mostrarte soberbio y decidido. Jamás demuestres inseguridad, siempre toma la iniciativa. Atacar, como seguro sabes, es la mejor defensa muchas veces.
Nadie debe ejercer un control ilegítimo sobre tu persona. Tú eres el dueño de ti mismo y gozas del privilegio de conducir tu propia vida. Trata de ganar las habilidades que necesitas para desarticular las palabras o acciones de quienes pretendan despojarte de ese elemental derecho. Porque siempre aparecerán en tu vida personas que se tornen agresivas contra ti.
Por otro lado, las personas que en determinadas situaciones se conducen en el sentido de lesionar tu dignidad no siempre actúan de mala fe. Tenlo presente. A veces sólo están cometiendo errores involuntarios en la forma de tratarte. Debes ayudarlos a impedir el logro de resultados hostiles que ni ellos mismos desean.
Y por último, una aclaración más. La subordinación de unas personas a otras no siempre constituye un problema. En realidad es estrictamente necesario que unos sigan a otros. Los líderes deben conducir a los pueblos. Los directivos deben conducir las organizaciones. Los hijos deben escuchar a sus padres. Las personas deben escuchar consejos de sus amigos. Los estudiantes deben aprender de sus maestros. Y la lista de circunstancias en que la subordinación es válida y digna es interminable.
Pero lo que siempre será inadmisible es la humillación de unos por los otros, la agresividad y la violencia injustificadas. Todos tenemos que ser tratados con respeto. Luchemos por preservar ese derecho.
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