El judaísmo sí considera el divorcio

Aunque algunas religiones como el cristianismo prohíben el divorcio, el judaísmo no lo hace. En la Torá, la ley judía, el divorcio es visto como algo común y aceptable. De hecho, el Talmud enseña que el cielo llora cuando ocurre un divorcio. No hay razón de que el esposo o la esposa continúen con su matrimonio si son miserables juntos.

Un matrimonio judío tienes dos niveles: uno es espiritual y el otro es terrenal y bastante práctico. El aspecto práctico del matrimonio se refleja en el hecho de que el divorcio es finalizado por un contrato.  El contrato se refiere principalmente a los derechos de las partes y a los términos, si se produce un divorcio. Cuando una pareja judía se casa, se firma un documento que tiene mucho que ver con lo que sucede en el caso de un divorcio.

En el momento en que llega un divorcio, el contrato matrimonial se cumple y será destruido, en su conexión espiritual y física respecto a las dos personas.

He aquí algunas reglas de divorcios de acuerdo a la Torá:

Un  hombre no puede divorciarse de su esposa en caso de haberla acusado de falsamente de infidelidad antes del matrimonio.

La multa será de cien siclos de plata y los dará al padre de la mujer, porque ha traído mala fama sobre una virgen de Israel y ella será su mujer y no podrá despedirla en todos sus días. (Deuteronomio 22:19).

Un divorcio debe ser aprobado por un documento escrito de manera formal.

El tema del divorcio es un buen ejemplo de cómo la Torá no sólo se puede leer literalmente. La Torá oral  explica cómo es que el marido y la mujer tienen derechos y responsabilidades en el matrimonio, incluido el derecho a ir a una corte judía para pedir que el matrimonio se disuelva.

Un hombre que se divorció de su esposa no se podrá volverse a casar con ella, en caso de que ella se haya vuelto a casar.