La Argumentación

El mundo en que vivimos nos exige contar con una serie de habilidades para procesar un cúmulo de información y distinguir lo relevante de lo que no lo es; así mismo nos demanda que desarrollemos una actitud crítica que nos permita asumir una postura frente a las situaciones y hechos que ocurren a nuestro alrededor y que seamos capaces de fundamentarla racionalmente.

Un argumento puede entenderse como una expresión o transmisión de un proceso mental llamado raciocinio, consiste en una serie de proposiciones de las cuales unas sirven para fundamentar a otra (Premisas y conclusión). Así pues tenemos dos tipos de argumentos:

• Ø Deductivos.- Aquellos donde las premisas sustentan totalmente la conclusión. Ejemplo: “Todos los mamíferos son vertebrados, el león es mamífero, Por lo tanto el león es vertebrado.”
• Ø Inductivos.- Se presentan cuando las premisas ofrecen apoyo a la conclusión. Ejemplo: “9 de cada 10 pronósticos del canal del clima han sido acertados, por lo tanto es probable que el próximo sea acertado.”

Para que un argumento pueda ser tomado como valido se requiere que las premisas fundamenten o apoyen a la conclusión si esto no ocurre entonces el argumento no es válido.

Para que un argumento sea solido debemos considerar que en cuanto su estructura sea aceptable, que en cuanto a su contenido sea verdadero y que sus premisas sean suficientemente relevantes respecto a su conclusión.

Un buen argumento es aquel que es válido y sólido.

Es por esto que la argumentación es parte fundamental para el desarrollo de una persona en la sociedad, ya que para todo individuo es de suma importancia poder transmitir una opinión o un razonamiento hacía otras personas; es por esto que generamos argumentos de manera verbal o escrita, para justificar nuestras creencias, ideas o convicciones y que puedan ser aceptadas o creídas por alguien más.