Si hay alguien presente que se oponga a este matrimonio que hable ahora
Sus pensamientos eran tan intensos que lo obligaban a gesticular extrañamente. ¿Me amas? Vamos sólo dime que sí me amas y me quedo contigo, le dijo Sofía con la voz atragantada, Alberto no contestó y Sofía se inundó de tristeza. Las últimas palabras de Sofía le daban vueltas en su cabeza, Alberto llevaba largas horas manejando, la carretera que atravesaba el desierto simulaba repetirse continuamente. Sin curvas, sin montes, monocromática como las invitaciones de boda modernas.
El comportamiento de Alberto siempre ha sido arisco, desacostumbrado a abrir su corazón, tuvo una infancia carente de abrazos y carente de amigos, es abstraído, tanto que podría pensarse que es agorafóbico. Nadie podría explicarse el porque Sofía estaba enamorada de él. Ella era alegre, de ojos brillantes y carcajadas contagiosas. A Alberto le estremecía su forma de ser, a Sofía le hechizaba su abstracción y una fuerza inexplicable los atraía entre sí como palomilla a la luz.
¿Me amas? Vamos sólo dime que sí me amas, Alberto se quedó en silencio sin saber qué responderle, Sofía salió corriendo, corrió tan rápido que sus lágrimas no alcanzaban a rodar sobre su rostro. Alberto se quedó pasmado sin saber qué hacer, por meses, por 7 años, hasta que se enteró que ella se casaría sin invitaciones de boda, ese día supo que sí la amaba. Sofía decidió hacer su fiesta de bodas en Monterrey porque así quedaría muy lejos de él o porque el señor ese que conoció en la estación de trenes era de por allá.
¿Me amas?, ¿me amas?, ¿me amas?, ¿me amas?, la voz de Sofía lo atormentaba más y más, sentía que la cabeza la iba a estallar, la carretera se distendía. Obligado a orillarse arrebató a su derecha, el aliento de Sofía soplaba en su mente, salió ahogado del auto, azotó la puerta, el golpe interrumpió sus pensamientos y se percato, en un pequeño instante, de que había cerrado con seguro las puertas dejando el auto encendido. El sol le pica de frente, el horizonte es infinito y ni un alma a millones de kilómetros a la redonda. ¿Me amas?, ¿me amas?.
Lorena Somocurcio
Registro automático