Puedes perder el empleo
Estamos ante una preocupación compartida con cientos de miles de personas. No es para menos, siempre hay razones para temer. Las empresas cuidan mantener sus ganancias. Cuando la salida al mercado de los productos y servicios decae entonces las inversiones en salario se ven forzadas a ser disminuidas. Cuando ese momento llega nadie es imprescindible. No importa quién.
Esta situación golpea significativamente la salud mental de las personas. Todos dependemos de una subsistencia económica. Sin dinero no podemos resolver la mayoría de nuestros problemas. Ni qué decir de la responsabilidad que tenemos con nuestra familia. Cómo haríamos para alimentar, vestir y calzar a nuestros hijos. No ya mantener la misma holgura financiera que tenemos ahora.
Se trata de una preocupación muy fuerte. Cualquiera, repito, cualquiera puede perder el empleo en estos días de incertidumbres. ¿Y cuándo no ha habido incertidumbre? Pues ahora hay más.
Debemos reflexionar, planificar, estar preparados. Esa es la clave para el enfrentamiento de este y de muchos otros problemas. Es inadmisible que no contemos con una cuenta de ahorro. Esa es una verdadera garantía en tiempos de crisis, pero no es lo único. La preparación es imprescindible. Cuidémonos de realizar gastos innecesarios, debemos establecer prioridades. Qué más se necesita. Reflexionemos qué más.
Ciertamente los problemas y las preocupaciones actuales no pueden ser enfrentados cerrando los ojos. No hay forma efectiva de encontrar soluciones negando la existencia de los problemas. Por mucho control mental que se tenga, por mucha autosugestión que se aplique diciéndonos a nosotros mismos que todo está bien, no va a funcionar. Son problemas reales y externos. Existen y nos afectan con independencia de que deseemos o no que estén ahí.
En algunas religiones se practican cultos que ponen en tal trance a las personas que las hace capaces de caminar descalzas sobre brazas Y asombrosamente se concentran en creer que no es así y logran no sentir dolor. Pero el fuego y el calor están ahí, son reales. Y por supuesto terminan con las plantas carbonizadas.
De qué sirve repetirnos mentalmente “todo está bien, nada me preocupa, estoy feliz, tendré éxito, eso no me afectará…” cuando en el fondo sabemos que nada lo garantiza. Nada lo asegura, a no ser nuestro esfuerzo por comprender la situación, nuestro esfuerzo en adaptarnos y encontrar verdaderas soluciones.
No queremos correr la misma suerte con las brazas. Lo que más nos preocupa no es el malestar que genera la incertidumbre. Lo peor sería negarla y por lo tanto no prepararnos. Las consecuencias podrían ser en verdad muy indeseables. Es necesario ser por eso previsores y contar con una visión muy aguda. Nada de trances ni de negaciones de la realidad. Hay que poner los pies en la tierra.
Para lograr esa adaptación a las circunstancias actuales se necesita estar bien despiertos. Es necesario tener todos nuestros sentidos alertas. Necesitamos de todos nuestros conocimientos, de todo el poder de nuestra consciencia. Ya pasaron los tiempos de no aprovechar bien el tiempo, hay que pensar con la mayor claridad que nos sea posible.
No podemos dejar el curso de los acontecimientos a la casualidad ni a los caprichos del destino. Nuestro éxito o nuestro fracaso en las situaciones actuales depende, claro está, de la situación actual. No podemos engañarnos diciéndonos que todo está en nosotros, que tenemos dentro la solución, eso es falso. Está bien afuera y es evidente. Pero tampoco podemos quedarnos cruzados de brazos. Siempre existen cosas que podemos y debemos hacer al respecto. Hagámoslas.
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