La justicia parcializada con la injusticia del Tribunal Constitucional Aprista
Hace muchísimos los prisioneros políticos en las cárceles del Perú sufrían las más penosas condiciones de encierro, como la de ser sacados a media noche de sus encierros y ser puestos en las gélidas y fríos campos encementados de los que llamaron patios y sometidos a las más crueles torturas por un célebre militar de apellido Cajahuanca.
Obligados a punto de varazos en sus espaldas a adjurar de sus convicciones y a comer excrementos de animales con agua caliente, lo que trajo como consecuencia la muerte de muchos ellos, y esto sin atención médica alguna. Muchos de ellos resistieron a tales vejámenes, persistiendo en la defensa de lo que ellos creen como verdad.
Pero estos abusos no quedan allí, pues encarcelados en sistemas celulares de dos metros por dos metros, metidos en ellos cuatro prisioneros, sin ver la luz del día, nada más que un día a la semana, lo de Guantánamo por los norteamericanos es solo un jardín de rosas, a lo que hay que ver la comida de una sola vez al día, sin ningún tipo de lectura.
El militar Cajahuanca que nunca fue procesado por ninguna autoridad por delitos de lesa humanidad, con una hoja de vida limpia, fue condecorado y sigue vivito y coleando; esa es la ironía de la justicia peruana, como la de los indultos de muchos funcionarios del gobierno dictatorial del delincuente Fujimori que se les ha condonado su deuda, con el supuesto indulto humanitario. Aquí quiero referirme a muchos hermanos de rejas que valientemente soportaron los vejámenes de ésta legalidad ilegal que murieron en esa misma celda donde llegaron por buscar la libertad de un país que nunca nació.
Son tres los mas que quiero recordar, porque son los casos más descarnados y en donde se ve la insania de nuestros carceleros y de quienes dan indultos a los verdaderos asesinos de nuestra sociedad. Solo los nombrare, como en un decir por los nombres que le puse.
Uno era un abogado, ya anciano, ducho en innumerables batallas contra la injusticia de nuestra sociedad, que defendía a cientos y cientos de obreros despedidos por la patronal y a los hombres que buscaron la libertad; casi sin pedir nada a cambio, su trabajo para él era como una religión y su apostolado. Vivía para la defensa de sus obreros, de sus indios que eran sus hermanos y sus hermanos levantados en armas. Y nunca cobraba por sus servicios, muchas de las veces lo vi comer en las carretillas contando sus centavos; en muchas de ellas me acerque y le invité, pues nos asesoraba nuestro recién formado sindicato en aquellos años. Como también lo vi dando posada a las madres de muchos detenidos en su casa y en su oficina, que nunca supe como lo financiaba. Caminaba con mucha rapidez y buscando no gastar mucho más sus ya gastados zapatos, que creo que habían nacido con ellos, pues hasta en la cárcel los vi con el mismo calzado y con ellos murió. El mismo terno remendado tantas veces, con el que lo conocí, con el mismo murió en la fría celda donde la injusticia lo confinó.
En el año de su muerte, sus achaques constantes le hacían ponerse siempre en cama y en los días de sol no podía caminar, libertad que por cierto costo sufrimiento y muerte de muchos hermanos con el que se le arranco al sistema, sobre con las denuncias internacionales de las condiciones infrahumanas de carcelería, que siguen persistiendo. Solo han mejorado un pequeñito porcentaje, pero ellas siguen.
En esos momentos se luchaba con el sistema para que el hermano abogado fuera asistido por el sistema de salud, nunca se le permitió tener ningún tipo de asistencia especializada, solo la del tópico del penal, que lo único que daban, como en broma le decíamos, la milagrosa, que si no era el panadol, era la aspirina que seguramente mejoraba todas las enfermedades. A el en una campaña que realizó la Cruz Roja Internacional. Éste letrado batalló siempre para buscar que se le atendiese en un hospital que le pueda regular su enfermedad. Todo fue en vano. Ese es el sistema judicial peruano.
Ahora veamos como el sistema judicial peruano está haciendo campaña para que el genocida sentenciado pueda obtener la libertad a pesar de que ni siquiera ha redimido ni el diez por ciento de su pena a la que el mismo tribunal judicial lo ha sentenciado; más bien el sistema judicial peruano lo está premiando con una comodidad en su prisión. Si de igualdad hablamos, todos los presos se les deberían tratar de igual manera. Si no, porque los prisioneros que se alzaron en rebelión muchos de ellos han muerto ya en las mazmorras de los campos de concentración que tiene este sistema. Porque el señor Fujimori, tiene antesala para su celda, que no parece celda, si no la habitación cinco estrellas de un gran hotel; entonces si hablamos de igualdad para todos sin importar su condición social o étnica, se le pueda permitir tantas comodidades a tal delincuente y los prisioneros políticos encerrados en la mazmorras llamadas penales no los tengan. Entonces donde está la igualdad, no hay igualdad.
Túpac Isaac II
Juan Esteban Yupanqui Villalobos
Tanyita Yupanqui
http://juanestebanyupanqui.blogspot.com
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Túpac Isaac II Juan Esteban Yupanqui Villalobos http://juanestebanyupanqui.blogspot.com
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