Internet: ¡Un Espléndido Cofre con Luces de Bengala!
¡Amo estar frente al computador, realmente lo disfruto! Cada ventana que abro, me dirige a nuevos mundos. Las horas se deslizan como agua entre los dedos, mientras juego a ser una amazona, Atenea, Juana de Arco, o un seductor Cupido en versión femenina con los labios pintados. Pese a todo, reconozco que solo soy una invisible viajera, un átomo perdido navegando en el infinito océano virtual.
Sin lugar a dudas Internet encabeza la lista de los más grandes descubrimientos de nuestra actual tecnología. Este valioso medio, podría compararse a una varita mágica que a través de un solo clic nos transporta a los mas remotos lugares, permitiéndonos conocer diversas culturas, contemplar el resto del mundo y lo que en el se esconde. Gracias a esta excelente herramienta, tenemos la información de todos los tiempos, al alcance de nuestra mano.
El mundo virtual, es semejante a un apuesto galán, sonriendo tras la pantalla de nuestro computador. Un espléndido cofre que con la variedad de sus tesoros nos seduce, absorbe e hipnotiza. Un día de carnaval que nos contagia de alegría con sus luces de bengala.
Este magistral alcance de la tecnología, es lo más parecido a la máquina del tiempo, la pantalla, se convierte en el delgado horizonte que nos permite visualizar ese mundo casi fantástico, pero no por eso menos real.
Sin dejar de reconocer todos los beneficios que Internet nos aporta, es preciso darle el debido lugar en nuestra vida, en nuestro tiempo y especialmente en nuestro inventario de preferencias.
Por diversas y entretenidas que sean las opciones que el mundo virtual nos ofrece, hay otros aspectos que no deben escapar de nuestra lista de prioridades.
En el núcleo familiar, hay cosas que la tecnología no puede suplir: La calidez de un abrazo, la confianza que produce una sonrisa, detalles impregnados de ternura y afecto, son valores incalculables, que cada día pierden su vigencia mientras la sociedad claudica frente al desarrollo de nuestra civilización.
Es aquí, cuando la evolución que debe ser la esperanza para un mejor vivir, se convierte en arma mortal, ante la cual se desploma el núcleo que anhelamos salvar y las luces de bengala se transforman en un gigantesco monstruo que destruye a su paso el cimiento vital de nuestra sociedad: “La Familia”.
En este punto concluyo mi razonamiento. Mientras ustedes meditan un poco en mis palabras, como fiel navegante yo prosigo mi estela imaginaria. Esta vez me dirijo hacia la proa de un bullicioso barco de piratas; quizás decida conversar con Morgan y hasta disfrute un poco sus hazañas.
Marta Lilian Molano L
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