Un antiguo Dilema
La paciencia es una cualidad que se adquiere con el tiempo. Y algunas personas parecen no necesitarla. Todo depende de la forma en que cada cual lleve la vida. Depende de tu filosofía de la vida. Y maneras de encarar el día a día hay más que personas sobre este planeta.
Sin embargo, las filosofías o estilos de vida pueden clasificarse en dos tipos. El primero de ellos propone no pensar en el futuro. Es decir, pasarla bien ahora sin preocuparse por las consecuencias ulteriores que tengan tus actos. En definitiva se afirma que nuestra vida es ahora y no después. Por lo tanto hay que tratar de pasarla lo mejor posible sin preocuparse por el día de mañana.
El segundo tipo de filosofía de vida es todo lo contrario. En éste se plantea que hay que concentrarse en el futuro. Según expone hay que pensar en el día de mañana. Por eso el día de hoy debe vivirse con medida. Tratar de ahorrar y de cuidarnos de no cometer errores que tengamos que sufrir después. Aconseja en general ser muy prudente y llevar una vida poco intensa.
Estas dos formas de llevar la vida nos ponen delante un interesante dilema. Tienes que decidir si disfrutar todo lo que puedas el día de hoy sin preocuparte por las consecuencias futuras. O, por el contrario, dejar la satisfacción de tus deseos para después y sacrificarte en la lucha por el futuro. ¿Cuál estilo de vida funciona mejor?
Es muy tentador apegarse al primero. Con él no se necesita tener paciencia, ni tampoco saber esperar. La satisfacción de nuestras necesidades es inmediata y podemos pasarla muy bien en el día de hoy, en el presente. Cuando llegue el futuro ya veremos.
El objetivo de este sistema de vida es vivir felices el presente. Pero encierra una contradicción. El hecho de que nuestra conducta de hoy tenga consecuencias para el día de mañana está por un lado. Y por el otro lado está que pronto el futuro devendrá nuestro presente. Si con tu conducta impaciente y poco previsora situaste problemas en tu porvenir inmediato pronto los tendrás ante ti. Los tendrás ante ti precisamente impidiéndote alcanzar el objetivo de este estilo de vida. Porque no podrás vivir feliz ese día de hoy presente que un día fue tu futuro.
En cambio el estilo mesurado de vivir no permite disfrutar mucho de tu presente. Tendrás que esperar a alcanzar ciertos objetivos futuros. Es verdad que la satisfacción obtenida puede ser mayor. Pero para eso tendrás que esperar y por lo pronto sacrificarte. Tendrás que conformarte con una vida actual limitada en cuanto a gustos. Y lo harás bajo la promesa de pasarla mejor en el futuro. Aunque cuando llegue ese momento te plantearás nuevas cosas y otra vez tendrás que sacrificarte.
Después de todo, no parece tan convincente ninguno de los dos sistemas. En uno de ellos la pasas bien de inmediato. Pero después vienen las consecuencias y los arrepentimientos. Y eso puede ser suficiente para arruinar nuestros "hoy" de mañana.
Mientras que lo otro sería conformarse con esperar un porvenir mejor. Porvenir que será el premio a nuestra espera y privaciones. Aunque no sabemos si de verdad vendrá algún día. Por lo que no estamos seguros si valdrá la pena esperar.
Ante esas dificultades te propongo combinar ambas estrategias. Vive lo mejor que puedas el día de hoy. No te prives de las pequeñas o grandes satisfacciones que puedas obtener. Olvida un poco el exceso de prudencia, después de todo es tu vida. Y la vida solo la tienes una vez en la vida.
Y actúa así cuidando no obstante por tu futuro. Prepara hoy tus goces de mañana y no hagas cosas terribles que destruyan tu porvenir. Después de todo ambos, presente y futuro, conforman tu estancia en este mundo.
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Alejandro Capdevila





































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