Tahití: El corazón de la Polinesia Francesa
Mencionar la Polinesia Francesa implica imaginar un escenario de palmeras, arenas blancas, aguas cristalinas y una hamaca desde donde disfrutar esta quietud total. Sin embargo, esta es solo una de las facetas de las islas, un sitio donde las tradiciones se conjugan con una modernidad original y con espacios verdes tierra adentro que se convierten en el telón de fondo perfecto para vivir aventuras inolvidables.
Tahití y su capital, Papeete, son el epicentro del comercio y la economía de este archipiélago. Su aeropuerto es el punto de entrada a la Polinesia Francesa por lo que esta isla será un punto ineludible desde el cual partir al descubrimiento de los encantos que atrajeron a escritores y artistas.
Descubriendo Papeete Papeete es una ciudad que deslumbra con su encanto sencillo. Al recorrer sus calles en la búsqueda de sitios autóctonos lo primero que hallarás es la Catedral de Notre-Dame que resale a finales del siglo XIX. Sus colores vivaces no guardan ninguna relación con la monocromía de la homónima catedral parisina pero los contrastes de la fachada no son nada en comparación con la explosión de tonalidades que hallarás en su interior.
Otro de los sitios que salta inmediatamente a la vista es el Ayuntamiento de Papeete, un rezago de la época colonial de coquetos balcones blancos coronados por un techo rojizo. Igualmente auténtico es el Palacio Presidencial. Adornado por una fuente central, su estilo elegante es una alegoría a la influencia francesa.
No obstante, para desvelar la verdadera esencia de Tahití la mejor opción es sumergirse en el Mercado de Papeete. Recorrer sus 7.000 m2 será como desplegar un abanico de tradiciones polinesias. Verduleros y fruteros proponen un mundo de sabores exóticos mientras el aroma del pescado fresco proveniente de los puestos cercanos es una continua incitación a comprar. Más allá se abre el mundo de las flores, la esencia de jazmín se mezcla con el olor suave de los helechos por lo que si cierras los ojos te parecerá estar en un valle. En el primer piso hallarás maravillas artesanales: collares de conchas, tallas de dioses ma'ohi, cestas trenzadas y vestidos coloridos.
Las aventuras en la naturaleza Tahití regala una curiosa combinación: paisajes relajantes donde olvidar el caos cotidiano y espacios salvajes que incitan a la aventura. El recorrido puede comenzar en la playa Teahupo’o, un paraíso para los surferos ya que aquí encuentran una de las olas más grandes del mundo. Si prefieres bucear, Tahití posee escenarios submarinos increíbles, desde antiguos galeones hundidos hasta formaciones coralinas donde nadan peces de colores exuberantes. Los buzos experimentados podrán sumergirse en las aguas profundas de las Caídas de Saint-Etienne o en el Abismo mientras los principiantes podrán nadar entre tortugas y algún que otro tiburón en El Manatial.
La tierra firme también ofrece muchísimas oportunidades para la aventura. Si las fuerzas te lo permiten podrás escalar los más de 2.000 metros del monte Aorai desde donde apreciarás un panorama estupendo que se extiende hasta el océano. También puedes descubrir los tubos de lava de Hitiaa, una serie de formaciones subterráneas que se extienden a lo largo de la costa formando pequeñas cascadas.
Como Tahití es uno de los destinos turísticos más preciados, si deseas disfrutar esta belleza con un presupuesto reducido deberás viajar entre los meses de noviembre y mayo. Siempre que elijas estas fechas y prenotes el billete con antelación, podrás encontrar vuelos baratos, a veces incluso a mitad de precio.






































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