La memoria del alma
El yogui, gurú y escritor Yogananda creía que todos los seres realizados (entre quienes contaba a Jesucristo o Buda) podrían recordar sus vidas.
Afirma también que él podía recordar a voluntad sus vidas anteriores. En cambio al ser humano común y corriente no le ayudaría recordarlas, debido al peso emocional que eso acarrearía.
Por lo tanto el recuerdo de esas vidas está oculto, pero guardado en la «memoria del alma» o en la mente hasta que la persona esté preparada para recordarlas sin daño emocional.
La mayoría de las escuelas budistas enseñan que mediante la meditación se puede llegar a un estado de superconciencia llamado nirvana (samādhi en yoga), que es el fin de la existencia condicionada por el karma.
Algunas, como las del budismo nichiren, entienden que no es posible escapar al ciclo de la reencarnación. Por lo tanto, la práctica budista intenta que las personas alcancen un estado de paz y felicidad absoluta en esta misma vida.
El karma y la reencarnación serían la manera en que los orientales trataban de explicar el fenómeno de los niños prodigio, que serían resultado de muchas vidas de práctica en ese don particular.
Esos niños serían almas que de alguna manera podían aprovechar el talento aprendido en vidas anteriores, que estaría almacenado en una inaccesible memoria astral o registros akáshicos (anales en el éter, sustancia mítica invisible, más sutil que el aire).
En Alejandría del Cáucaso (antigua ciudad de Afganistán fundada por Alejandro Magno, situada a unos 60 km al noroeste de Kabul) hubo una escuela de budismo con monjes budistas.
Poco más tarde, el emperador indio Aśoka (304-232 a. C.) envió misioneros budistas a muchos países.
Durante el siglo XIX y XX, Occidente fue permeable a los conceptos religiosos provenientes de las antiguas colonias británicas y francesas en Asia.
Así es como la creencia en la «ley del karma» ha tenido una importante difusión gracias a la penetración en Occidente del budismo, el hinduismo y el yoga, así como diversas escuelas de ocultismo, como la rosacruz (1614), y la teosofía (de Helena Blavatsky, 1831-1891).
A pesar de que Gandhi (1869-1948) era adepto a las doctrinas del karma y la reencarnación, sin embargo luchó contra la injusticia, aunque se desconoce si se apoyaba en algún basamento doctrinal.
Los creyentes en el karma sostienen que las injusticias sociales son simplemente la reacción de las malas acciones que habrían cometido las actuales víctimas en vidas pasadas.Cada víctima estaría sufriendo exactamente lo que hizo sufrir a otros (ni más, ni menos).
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