La vidente ¿nace o se hace?
Decía Tomas Fuller:
"No acometas obra alguna con la furia de la pasión: equivale a hacerse a la mar en plena borrasca."
Una gran verdad, que también recoge nuestra sabiduría popular. ¿Cuántas veces hemos oído aquello de “no hay que tomar decisiones en caliente”?
Y eso ¿qué tiene que ver con el Tarot?
En este aspecto, el Tarot puede ser un gran aliado, puesto que te ayuda a reflexionar y ver la situación en perspectiva. Y por ello, mucha gente acude a las videntes y tarotistas antes de tomar una decisión importante.
Pero ¿qué distingue una buena tarotista de las demás?
Junto a la videncia natural, la que tienes desde tu nacimiento, esa capacidad analítica es fundamental en una buena tarotista. Ser capaz de llevar a cabo un análisis profundo y complejo distingue una buena tarotista de una tarotista “del montón”. Analizar una situación compleja en profundidad sirve para poder revelar al consultante todos los caminos que se abren ante él, cosa que es extraordinariamente importante: cuanta mayor sea esa capacidad en una tarotista, más aristas de una misma situación será capaz de ver y más garantía de éxito tendrá el consultante.
Por ese mismo motivo, se insiste tanto en que una tarotista necesita un lugar especial y una atmósfera especial para tirar las cartas. Se necesita quietud para tener la mente abierta, para reflexionar y analizar las situaciones, en definitiva, para que la vidente pueda canalizar esa videncia que posee de un modo natural, innato.
Tener un ritual para iniciar la lectura sirve para enfocar la mente y los pensamientos, cosa fundamental para una buena videncia. Hace falta una buena concentración, dejar fuera los pensamientos ajenos al tema en cuestión, las propias preocupaciones, etc., para llevar nuestra mente a ese estado óptimo de receptividad, donde la conjunción de nuestra videncia natural y nuestra capacidad de análisis producen su pequeña (o, tal vez, gran) magia: la de poder ver las situaciones con perspectiva y objetividad, desplegando alternativas ante el consultante para ayudar a que tome sus propias decisiones con la mayor reflexividad posible, asegurando así que sus decisiones serán meditadas, y no fruto de la impulsividad.
Por ello, el vidente ¿nace, o se hace?
Ambas cosas. Uno puede nacer vidente, pero esa videncia natural debe ser llevada a una dimensión mayor: una vidente debe formarse, no sólo aprendiendo a tirar e interpretar las cartas, sino tambien adquiriendo cultura general, experiencia en la vida, conocimientos sobre la naturaleza humana, observando la realidad a su alrededor, aprendiendo de los errores propios y ajenos... En definitiva, adquiriendo madurez mental y vivencial, que es aquello que permite analizar una situación con mayor profundidad, garantizando un mayor nivel de aciertos.
Por ello, si eres vidente, además de practicar con las cartas del Tarot o los sortilegios que te funcionen para canalizar tu videncia, no olvides formarte en tantos aspectos como te sea posible. Esa necesidad de aprender distingue la vocación de la profesión: si la videncia es tu vocación, todos los conocimientos y experiencias que puedas incorporar a tu propia vida han de ser bienvenidos, nunca pierdas la oportunidad de aprender algo nuevo. Lee, estudia, practica, habla con los que te rodean, aprende de ellos, mantén tu mente abierta.
Si eres una persona que acude al Tarot o la videncia para tomar tus propias decisiones con mayor perspectiva, asegúrate de acercarte a una tarotista o vidente con amplia experiencia, pero también con cultura y madurez, cuya conversación denote la templanza de carácter necesaria que garantice que su análisis de la situación que te preocupa es amplio y fundamentado. Una corta conversación previa puede ser tu mejor inversión si realmente te preocupa tu futuro.
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