¿En qué nos parecemos las personas a un GPS?
Toda persona tiene un pasado, del que cada uno recuerda principalmente lo que durante más tiempo le ocupó mentalmente, sobre todo lo que le trajo algún provecho y ventajas. A rasgos generales se puede decir que sobre todo recordamos lo que, si bien está grabado en nuestro mundo de sentimientos, no está sin embargo en la conciencia activa, es decir, que recordamos aquello a lo que en el pasado reaccionamos con alegría o con enojo, y que nos movió una y otra vez. En cualquier caso, nosotros estuvimos implicados ya sea en los aspectos favorables o desfavorables, ya bien intentando conciliar o bien siendo malvados, sobre todo si se puso en entredicho nuestra posición.
Partiendo de la base de que ninguna energía se pierde, cada situación, cuestión o aspecto ya sean positivos o negativos, podamos acordarnos de ellos o no, está grabado, y todo eso marca nuestra conciencia, ¿pero dónde esta grabado? Para responder a esto nos ayuda el símil de un GPS utilizado para viajar, en el que se introducen los datos del destino al que queremos llegar y a través de una red de comunicación se puede reproducir con todo detalle la totalidad del trayecto, desde el comienzo hasta el final, existiendo en todo momento la comunicación entre el vehículo y el satélite.
El sistema de navegación con sus procesos de emitir y recibir, grabar y coordinar, es sin embargo una burda imitación de lo que tiene lugar ininterrumpidamente entre el microcosmos y el macrocosmos. Con precisión milimétrica se registra en el macrocosmos cada movimiento de una persona, cada faceta de sus sensaciones, sentimientos, pensamientos y obras. Allí se percibe y anota absolutamente cada cambio, por muy pequeño que sea, y se actualiza correspondientemente.
Dicho esto podríamos hacer un pequeño ejercicio para comprender mejor las legitimidades cósmicas: “Contemplemos el cielo en una noche estrellada, preguntándonos: ¿Qué es lo que sucede allí arriba? Dejemos ahora que una gota de reconocimiento celestial alcance nuestro ánimo. La gota de la Sabiduría divina dice: Usted, cada uno de nosotros, es un microcosmos especial, completamente individual dentro de del macrocosmos material y más aún, dentro de un macrocosmos de sustancia más fina. De esta forma partamos de la base de que cada uno de nosotros es un microcosmos propio, específico, que está en contacto y en comunicación con el macrocosmos material y además también con el cosmos invisible”.
Nuestra alma después de nuestra muerte física, sigue viviendo; vive en las constelaciones planetarias de un microcosmos más fino. El dónde y con qué grabaciones se habrá marchado el alma, lo determina cada persona por sí misma según su vida terrenal, pues todas las decisiones tomadas en vida, ya sean a favor o en contra de la ley cósmica universal, se plasman en el grabado de su alma. Todo queda registrado, y por todo hay que “rendir cuentas”.
En todos los cosmos es válida la misma ley, también en relación a nuestro comportamiento respecto a los animales, plantas y minerales: «Lo que el hombre siembre, eso cosechará». Nada se pierde y todo queda plasmado. Toda actitud de ayuda, así como toda violencia está dibujada de forma precisa y se actualiza a cada instante en base a lo negativo y a lo positivo de la persona. Por eso sigamos la recomendación: ¡Aproveche el instante, aproveche el día!
Radio Santec
Ana Sáez Ramirez
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