Recordando un artículo
Muy interesante fue recibir el correo de un señor de nombre R. Suárez C. quien me hace recordar un artículo que escribiera yo, hace tiempo. El artículo llevaba por nombre “Sucedió hace poco” y dicho señor me lo recuerda de la siguiente manera:
Estimado Andrés:
Sobre la columna alojada en tu sitio: lacolumnadelcachupin. En la cual se menciona a la organización de la cual formamos parte yo y otros músicos y la cual es dirigida, administrada, y gerenciada por A. Remuzgo, debemos hacerte algunas precisiones:
Agradecemos que reconozcas la calidad de los cantantes, violinistas, flautistas, etc.
Reconocemos que se trata de un negocio, pues se trata de una organización empresarial. Ninguna empresa se forma con el fin de no hacer negocios.
Este hecho no se contrapone al espíritu religioso, o a la magnitud del mismo, que nosotros como músicos, técnicos y operarios podamos tener en el momento de los servicios religiosos. A la espiritualidad de servir a un propósito supremo – Dios – se suma el amor que los músicos profesan por su arte en particular.
La agenda del músico y de Acorde Musical en particular es recargada, cambiante y vertiginosa. Los servicios se pueden solicitar en el momento menos pensado.
Por lo anterior, pensar que A. Remuzgo no pudiera estar disponible para tu persona, y decir que ello es propio de un mercantilista es no pensar en la prioridad que los servicios musicales religiosos puedan tener y preceder para con tu persona.
El propósito de brindar música ceremonial y religiosa siempre se antepondrá a las necesidades individuales de los músicos o integrantes de este Coro.
Por lo expuesto anteriormente. Rogamos que puedas revisar tu concepción de nuestra organización y de cualquier otra similar que exista con el mismo propósito.
Sin más, sigue adelante con la mayor de la precauciones al momento de publica alguna apreciación.
R. Suárez C.
Acorde Musical.
Indudablemente que nuestro amigo Suárez, no reconoce la diferencia del término “negocios de mercado” y “negocios mercantilistas” (punto 5) tampoco le podemos pedir que entienda algo de economía. Por otro lado en mi artículo “sucedió hace poco” en ningún momento uso el término “mercantilista” yo digo: mercader.
Bueno, pero después de recibir este correo, yo le respondo lo siguiente:
Sr. R. Suárez C.
Recibí su correo electrónico. Déjeme decirle que ya me había olvidado del asunto. Pero usted me lo trajo a la memoria. Y estuve revisando mi artículo y, recordé también que el señor Remuzgo lo hizo retirar de la página www.articulo.org; pero parece que de mi columna particular lacolumnadelcachupin. No ha podido hacer lo mismo, como de otras 5 más, que por razones lógicas, no le daré las direcciones.
No tiene porque agradecer mi reconocimiento a todo interprete musical. Sea del género musical que sea. Porque (modestia aparte) soy capaz de reconocer el arte, hasta en la más insignificante expresión del mismo. Porque como músico que soy, no puedo rechazar ningún tipo de género musical. No puedo ser selectivo en mis apreciaciones. Escucho desde “chicha” hasta música clásica de los grandes compositores universales. Porque reconozco que el universo músico-cultural es inmensurable.
Tiene toda la razón cuando dice que toda empresa comercial, tiene que – y ese es su objetivo – percibir ganancias materiales. Pero para mí que soy: una persona formada de una manera teológica, pastoral, filosófica, cristiano católica; me es imposible aceptar que los bienes de la Iglesia sean negociables. Ese es mi punto de vista; como para usted es el contrario. Y no creo que sea delito manifestar nuestros puntos de vista.
Para mí, es imposible mezclar negocios con espiritualidad. Porque el hacer negocios, implica obtener ganancias a como dé lugar. La caridad y la sensibilidad no tienen nada que ver con los negocios. Los negocios son fríos y calculadores. Mi modesta opinión, es que no se pueden mezclar las dos cosas.
Por otro lado, me llama mucho la atención que en un primer momento fue la señorita Sonia Pereyra, quien me reclamó por mi comentario “sucedió hace poco” y eso que en el comentario, hablo muy bien de ella. Porque ella se interesó en darme el trabajo. Y ahora lo hace usted señor Suárez. – a quien sin conocerlo, lo felicito por su preocupación -. Pero el señor Arturo Remuzgo, nunca me envió un correo para quejarse de mi apreciación. (¿…?).
Asimismo, quiero comentarle, que de repente, este ha sido un episodio en mi vida, en el que me ha hecho recordar Dios, que no debo mezclar mi servicio pastoral con los negocios. Hacerme ver que en un futuro, no debo aceptar una propuesta de esta naturaleza. Que me ha servido para ratificar mis convicciones y poder difundir este concepto; que al margen de las personas que actúan en él. El principio fundamental es el que cuenta.
Gracias señor Suarez, por hacerme recordar este artículo. Y gracias por hacerme recordar, que yo, en lo particular, nunca me volveré un mercader de la música religiosa.
Andrés Arbulú Martínez
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