Carlos se quita a toda prisa su camiseta, correo con las sandalias puesta, marcando sus pequeños pies en la arena, muy sensible incluso para el poco peso de este niño de 10 años. El primer chapuzón del año, da igual que el agua esté fría, no se lo quita nadie a Carlos. Sin embargo este día se torna en negro ya que el agua penetra en la oreja del menor y le provoca una dolorosa otitis. De esta manera lo que iba a convertirse en una feliz jornada acaba siendo varios días de intensos dolores, cansancio y poco sueño para Carlos.
La otitis es una de las enfermedades más comunes en la infancia e incluso adolescencia. Se calcula que afecta al 90% de los menores alguna vez ha estado afectado por la inflamación del conducto de la membrana timpánica.
Existen dos tipos de otitis, la externa y la media. En ambas el origen puede surgir de bacterias como el neumococo. La otitis externa afecta al canal externo, como es lógico, y puede ser de diferente tipo como por ejemplo crónica o invasiva. Por su parte la otitis media interna también se subdivide en dos tipos: crónica y aguda. La segunda tiene dos fases: supurada y no supurada.
Si la otitis no se coge a tiempo se puede convertir en una enfermedad más grave, como por ejemplo laberintis, parálisis facial o incluso meningitis, una infección mortal. Por ello es importante que los padres prevengan. Es importante vacunarlos contra las bacterias que provocan la otitis. Asimismo se debe evitar que los pequeños tengan baños prolongados y cuando lo hagan es muy útil que utilicen tapones para evitar que entre el agua dentro del canal auditivo.
Pero no solo en el agua la otitis se puede desarrollar. En climas fríos también, en esta ocasión la forma de evitar la enfermedad es a través de orejeras para que las bajas temperaturas consigan provocar problemas en el canal auditivo.