4. Congregación de Monjas con Juguetes Eróticos
(Este artículo corresponde a la parte Nº 4 del ensayo: Defendamos a la Iglesia Católica, del Ataque de “De las Puertas del Infierno”; del mismo autor)
A continuación narraremos la experiencia de una adolescente, que en la década del 70 del siglo XX, había solicitado su ingreso de postulante en una congregación de monjas que regentaban un colegio de señoritas, en la ciudad del Cusco (No es relevante el nombre de la joven ni el de la congregación). El primer día, una de las monjas que era su profesora, y a quien le guardaba y le guarda gran estima, la felicitó por la decisión de su ingreso, y le recomendó que “no hiciera lo que las demás hacían”; naturalmente la adolescente no sabía a qué se refería esta respetable monja. Estando la joven en el internado del colegio, cierto día, al tratar de atender a otra monja, que no había asistido a clases porque se suponía enferma, la vio en cama en afanes desconocidos para ella; y al comentarlo ingenuamente a las internas mayores, se enteró que sería una práctica “solitaria” con elementos indecentes que acostumbraban muchas monjas. Intrigada e incrédula la joven finalmente descubrió un armario donde, efectivamente, habían estos elementos indecentes; de toda forma y color. Antes de un año, la adolescente se retiró del internado desanimada de continuar al noviciado. Cuando, muchos años más tarde, su esposo le preguntó si aquel descubrimiento la habría desanimado del noviciado, ella manifestó que no, que las razones eran otras, pero que esa experiencia le hizo ver únicamente que las monjas eran… ¡humanas!. Y ese es el meollo de uno de los asuntos de la permanencia de “los poderes infernales” en la iglesia: pretender que hombres y mujeres jóvenes que acuden al llamado del servicio religioso ¡dejen de ser humanos!. No dudamos que los jóvenes que acuden con muy buena voluntad y entusiasmo, realmente quieren servir y entregarse a Dios, pero para muchos de ellos (98%), el celibato es una carga más pesada que sus fuerzas. Y Dios jamás impone una carga más pesada que sus fuerzas, eso sólo lo hacen los hombres irresponsables, y seguramente hipócritas porque ellos mismos no cargan lo que exigen.
De acuerdo a la experiencia de esa joven en el noviciado, el armario lleno de objetos sexuales, muestra una práctica generalizada de autosatisfacción de esa congregación religiosa, es decir una cultura interna de autosatisfacción sexual de esa congregación. Una cultura, de tolerancia total y completa a esas prácticas solitarias. Probablemente a esos actos se refería la monja respetable, cuando le manifestó a la joven “no hagas lo que las demás hacen”. Por las características de organización vertical y del riguroso respeto interno a sus normas y costumbres en la iglesia católica, seguramente la práctica de la autosatisfacción sexual con elementos es una cultura generalizada en todas las congregaciones de religiosas. “José Rodríguez adelantó sus propios estudios con una muestra de 400 sacerdotes y revela entre cosas que el 95% de ellos se masturba, un 60% mantiene relaciones sexuales, un 26% soba a menores, un 20% realiza prácticas de carácter homosexual, un 12% es exclusivamente homosexual, y un 7% comete abusos sexuales graves con menores” http://es.wikipedia.org/wiki/Casos_de_abuso_sexual
La autosatisfacción sexual no está prohibida expresamente en la Biblia, pero sí, indirectamente, indica que LA MASTURBACIÓN HACE IMPURO A QUIEN LA PRACTICA: “Ningún descendiente de Aarón (sacerdote) que sea leproso o padezca flujo comerá de las cosas sagradas hasta que se purifique. El que toque lo que es impuro por un cadáver, o el que haya tenido un derrame seminal”. Esto, referido a la masturbación, que aparece en el judaísmo como una prohibición al “hotza’at zera levatala” (‘derramar el semen en vano‘), y no referido al de una relación matrimonial, a la que comúnmente se ha referido en el antiguo testamento, como “llegar a su mujer”. Tal vez las monjitas, muy humanas, y el 95% de sacerdotes, no tienen plena conciencia, que con estas prácticas solitarias, están realizando actos fornicarios; con los que destruyen la pureza de sus corazones.
Entonces, nuevamente, toma mucha actualidad y urgencia la recomendación de San Udalrico, obispo de Augsburgo, que: “La única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen”.
Omar Stanley
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