10. “La única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen”
(Este artículo corresponde a la parte Nº 10 del ensayo: “Defendamos a la Iglesia Católica, del Ataque de ‘De las Puertas del Infierno’”; del mismo autor)
De manera que la defensa de la Iglesia Católica, del ataque “de las puertas del infierno”, que es un ataque desde adentro, debemos hacerla todos los católicos, orando y alabando a Dios, haciendo penitencia, para que entre en el corazón de la jerarquía de la iglesia el consejo de San Udalrico, obispo de Augsburgo: “La única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen”.
Por supuesto, que si se suprime el celibato obligatorio para los clérigos, no cambiará mucho la situación actual. Los clérigos y religiosas que ya deformaron su espíritu, que han desarrollado hábitos sexuales reñidos con el mandato de Dios, que se han deformado con vicios fornicarios, difícilmente dejarán sus “malas costumbres”; “árbol que crece torcido no se endereza”. Como dice una mujer que convivió con un cura en el África: "Comentario por R 15.05.08 | 00:14 : Yo he tenido una relación de años con un sacerdote africano, mujeriego y cínico, he sido torpe al aceptar esta situación. Sin embargo tienen razón en al afirmar que la Iglesia se hace la disimulada, mientras no sea escandaloso el caso. Muchos de ellos no se casarían aun cuando el celibato fuera opcional debido a que para muchos es cómoda la situación de relacionarse con varias mujeres y evitar los compromisos. Son perversos, e hipócritas, esto los define bien": http://blogs.periodistadigital. com/religion.php/2007/09/20/. Es cierto que árbol torcido no se endereza; pero para Dios nada es imposible, y si los sacerdotes y monjas fornicarios quisieran reeducarse, claro que lo lograrán si se lo proponen firmemente y se ponen en sus manos. Todos los católicos oraremos para que así sea.
La supresión del celibato obligatorio para la clerecía sí mejorará grandemente a la iglesia, con las nuevas generaciones de sacerdotes y monjas, casados. Ellos predicarán con el ejemplo para reedificar la institución familiar y la adoración a Dios en familia, y serán mejores líderes religiosos. El celibato obligatorio tiene otra consecuencia tan terrible como los pecados fornicarios dentro de la iglesia o peor aún, lo que lo expondremos más adelante.
Deben recordar los abusadores, que cada ataque a uno de los pequeños, es un ataque el mismísimo Jesucristo, y como tal serán juzgados. Sé, que con lo manifestado en estos escritos, he arrastrado a la clerecía católica al tribunal de la crítica general e inmisericorde que hace leña del árbol caído, de ese tribunal que mira la paja en ojo ajeno sin mirar la viga en el suyo propio. Pero para ser honestos, es preferible y más justo, arrastrar a los clérigos abusadores a los pies de Jesucristo para que sean condenados de acuerdo a la “Ley”. También sabemos que el Maestro otra vez nos dirá: “¡Que tire la primera piedra aquel que esté libre de pecado!”, y francamente yo soy el primero que dejaré caer la piedra de mi mano, y retirarme de la presencia del señor, porque confieso que no soy digno ni siquiera de su mirada.
El señor debe sufrir muchísimo por cada uno de sus pequeños que son víctimas de los abusos de los clérigos pederastas. Pero también debe sufrir mucho al verlos caer al abismo a éstos últimos; los cuales, como es natural para los que quieren vivir cerca de Dios, cada vez que comenten una ofensa de éstas, deben sentir gran culpabilidad y arrepentimiento; pero luego su necesidad humana los hará caer nuevamente, y es posible que no puedan salir de este círculo infernal. Pero lo que los hombres no pueden solos, lo pueden con ayuda de Dios, si es que realmente lo desean desde el fondo de su alma y se lo piden.
A favor de los sacerdotes, narraremos lo que cuenta un pecador arrepentido, que conversando con Dios, refiriéndose a los sacerdotes, el amado Padre no los llamó ni mis servidores, ni mis siervos; sino que con mucha dulzura Dios los llamó “mis colaboradores”. Y en otra oportunidad, el mismo pecador, conversando con un ángel, también refiriéndose a los clérigos, éste le manifestó “el Señor Jesús los ve con mucha benevolencia, aún a los que trafican con su sangre”.
Toda la feligresía católica debemos ponernos en oración para que el celibato clerical devenga en voluntario y que el “patrimonio de Pedro”, sea realmente de Pedro y sirva para que millones de Jesucristos en todo el mundo se alimenten y se vistan con este patrimonio; y no haya más pequeños Cristos devorados por los buitres; y así cerrar “las puertas del infierno dentro de la iglesia”, por Jesucristo nuestro Señor, amén.
Omar Stanley
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