Belén
El día sábado 17 de diciembre del año en curso (2011), con la agrupación musical – a la cual pertenezco como organista cantante – fuimos a animar una reunión familiar, por vísperas de Navidad y año nuevo. Tres horas fueron las que tocamos en aquella casa – de once de la noche, a dos de la madrugada - . Una casa de tipo campestre, muy agradable y amplia en extensión por metros cuadrados. Dicha residencia, está a orillas de un rio (del cual ignoro el nombre) en el distrito de Santa Eulalia.
Nos ubicamos a un lado de un amplio salón muy adornado por Navidad. En dicho salón al centro se encontraba una enorme mesa de comedor (todo tipo campestre). Los dueños de casa, con la familia sentados alrededor de dicha mesa, escuchaban nuestras interpretaciones musicales, que en su mayoría eran canciones del género criollo (valses, polkas, marines, etc.) y de rato en rato se echaban un bailecito.
A media actuación nuestra, el dueño de casa y patriarca de la familia sentado a la cabecera de la enorme mesa, dirigió la palabra para contar algo muy particular e interesante. Más o menos esto fue lo que dijo:
-“Yo siempre desde niño, he visto a mis padres armar el nacimiento con el niño Dios, y el arbolito de Navidad. Pero yo soy “indio” entonces, no me parece que deba hacer un nacimiento y un arbolito de Navidad. Mis raíces son Incas, soy cholo. Entonces decidí crearme mi propio nacimiento para esta Navidad. Como los Incas adoraban al “Sol” yo me creé mi propio nacimiento. ¿Ven al fondo de esta habitación? – (Yo no alcancé a ver su creación) - ¿Ven como aparecen los rayos del sol? Ese es para mí el nacimiento de Dios”-
Indudablemente que por mi formación teológica, sentí una gran impotencia al no poder refutar a dicho caballero, pero mi cuestionamiento era inminente: Qué falta hace que los padres estén bien preparados en la catequesis fundamental, para explicar a sus hijos lo que verdaderamente significa armar un nacimiento en nuestros hogares. Asimismo, tener presente que este caballero, patriarca de esta familia, estaba arrastrando a la misma, con la continuación de la ignorancia.
Para los que lean este artículo, y me digan: -“Ya pues…, explícanos tú, el significado de armar El Nacimiento en nuestras casas”- Exclusivamente para ellos; digo lo siguiente:
Primeramente: tenemos que aceptar y entender que Dios se hizo hombre en Jesús. Entonces: tenemos que aceptar y entender que Jesús es Dios. Pero ¿Para qué se hizo hombre en Jesús Dios?: Luego; tenemos que aceptar y entender que antes de Jesús - desde Adán hasta Jesús - ; todos los seres humanos morían y, permanecían en un eterno Purgatorio. Este punto que viene a continuación, es el más importante para comprender y aceptar: Dios al hacerse hombre en Jesús, tomó nuestra propia calidad de seres humanos, para que al morir Jesús en la Cruz y resucitar luego; todos los seres humanos – de buena voluntad - muertos desde Adán hasta Jesús y, todos los seres humanos – de buena voluntad – que murieron y, seguirán muriendo después de Jesús; resuciten al fin de los tiempos, como lo hizo Jesús en su momento.
Este es el Acontecimiento, que los Apóstoles salieron a gritar como locos a todo el mundo, ojo, A todo el mundo. Este es el centro de nuestra doctrina cristiano católica.
Entonces, como no me voy a alegrar al saber que Dios se hace hombre para que yo tenga vida eterna al final de los tiempos (claro, si lo acepto y comprendo de esa manera) porque si no creo en esto, no lo acepto y no lo comprendo; entonces ¿…?
Este año batí mi record. Armé cuatro nacimientos. Pero con una tremenda alegría. Uno en nuestro departamentito; otro en el patio común del edificio en el que vivimos mi esposa y yo: otro en la casa de mi mamá y, otro en la casa de mí cuñada (hermana de mi esposa). Como repito, los armé con mucha alegría, porque sé, que en cada uno de ellos, a las 12 de la noche del día 24 de diciembre; aparecerá Jesús. Ese Jesús que viene a salvarnos y darnos vida eterna a todos los seres humanos de buena voluntad.
Ese es el verdadero sentido de armar el nacimiento de Jesús en nuestras casas. Como quisiera que todos entendieran y aceptaran esto que es tan extraordinario en nuestras vidas, compartirlo con nuestros seres queridos; para que no se repitan testimonios como los del caballero del relato.
Una feliz Navidad para todos y, que esta alegría, sea transmitida de generación en generación, son los deseos de:
Andrés Arbulú Martínez
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