¿Somos Semidioses?
HOMERO en LA ILIADA se refería a Esculapio (Asclepio) como el médico intachable, como aquel mortal que vivía en Tesalia y que andaba por el Asia Menor con su báculo (bastón) y su serpiente enrollada haciendo curaciones milagrosas. Hornero decía que era el médico infalible. No por algo en su época y a través de los siglos se consideró un SEMIDIÓS... Han pasado ya más de 20 siglos y sus herederos en el Perú, que somos alrededor de 35000, no somos sino simples mortales que andamos masticando, sin digerir, sueños, frustraciones, anhelos justos, expectativas profesionales; que padecemos injusticias, marginaciones, que cobramos sueldos de hambre pero que tenemos el ancestral interés de hacer las cosas bien, que actuamos de buena FE y que ponemos todo de nosotros para cuidar y devolver la salud a nuestros pacientes sin esperar titulares de primera plana, medallas cívicas o jugosos honorarios; al contrario, todo esto en el anonimato. Pero ésa es nuestra filosofía ancestral, ahí tenemos a esas comadronas (antecesoras de los ginecólogos de hoy) Habereas Puah y Shipharaah, que pagaron con sus vidas el desobedecer al rey de Egipto cuando les ordenó: "Esperad que el niño haya nacido y si es varón, matadlo; si es una niña, dejadla vivir" (Éxodo 1:15)e. Eso porque no quería que en el pueblo judío hubiera hombres, por eso Moisés fue lanzado al agua; ahí tenemos a Daniel Alcides Camón, que entregó su vida por identificar y desentrañar la fiebre de la Oroya y así, en la historia miles de ejemplos gratifican esa filosofía de servicio; sin embargo pende sobre nosotros el Síndrome de Pantaleón, aquel médico que curaba al emperador ruso Maximiliano y gozaba de todos los privilegios por sus curaciones pero que no dudaron en ahorcar cuando no pudo salvar al emperador.
Los médicos hemos sido entrenados, a través de largos años de estudio y sacrificio, para curar y salvar vidas y no para hacer daño, menos para matar, y a través de años de trabajo nos hemos ganado una buena fama y como dice Adriano de Cupis (Milán 1992) esta buena fama llamada honor está reconocida en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en muchas constituciones como la del Perú. Tenemos derecho a no ser rebajados ante los demás ni señalados por acusaciones falsas por hechos que aún no se prueban. Tenemos derecho a que se respete nuestra autoestima, nuestra moral. Los accidentes, complicaciones y/o tragedias que ocurrieran en las diarias jornadas contra la muerte tienen que ser investigadas y tratarse con prudencia y sin afectar ese derecho humano llamado honor. Para eso existe la Ley General de Salud, la Ley del Tabajo Médico, el Código de Ética, el Código Penal, etc., que persiguen la perfecciones del ser humano no con el objetivo de lapidarlo sino con el fin de evitar que se repitan lamentables hechos. No olvidemos que somos apenas mortales, no somos Esculapio, aquel médico", mitad leyenda al que Hornero le dijo que era infalible y al que la civilización antigua le llamaba Semidios.

Miguel Palacios Celi





































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