Muerte al acecho
Trujillo ha crecido y hoy aparece como aleación histórica entre una ciudad colonial y una ciudad moderna, importantes eventos se desarrollan en esta urbe, congresos, se¬minarios, encuentros de gerentes, etc., que reúnen a cientos y miles de visi¬tantes, innumerables tours se organi¬zan para que los foráneos conozcan y admiren la grandeza Colonial de Truji¬llo. Los hoteles siempre quedan chicos para albergar tanta demanda. ¡Cómo no sentirse Orgullosos! ¡Có¬mo siendo trujillano, no van a sentirse orgullosos los trujillanos! Pero dejan¬do a un lado ciegos localismos, senti¬mientos superficiales hablemos del la¬do peligroso y mortal de la ciudad, ha¬blemos de lo que nuestra ciudad ofre¬ce a propios y extraños desde el pun¬to de vista de las emergencias médico-quirúrgicas. ¿Cuántas balas silban en el aire diariamente?, ¿cuántos autos se chocan?, cuantos asaltos ocurren?, ¿cuántas bombas explotan?, ¿cuántas cocinas revientan y se prenden en el cuerpo de nuestras madres e hijos? y en fin tantas emergencias que a diario ocurren en Trujillo. Las respuestas son muchas, y en¬tonces nos preguntamos ¿Esta hermo¬sa ciudad de la "eterna primavera" ¿qué ofrece? Existen dos hospitales del Ministe¬rio de Salud (Regional y Belén), un Hospital del IPSS y dos clínicas (Peruano-Americana y Sánchez Ferrer). En estos sitios deben resolverse todas las emergencias de vida o muerte que ocurren las 24 horas del día en la ciudad; una emergencia-tanto médico o deriva¬da de algún accidente es una eventua¬lidad que le puede ocurrir a cualquier ciudadano propio o visitante, rico o po¬bre, obrero o profesional masculino o femenino, niño o adulto; sencillamente a cualquiera, ya que todos sin excep¬ción estamos expuestos a estas posi-bilidades. Es entonces que corremos llorosos y preocupados con nuestros familiares a la emergencia de cualquie¬ra de estos centros hospitalarios y es ahí donde comienza la "danza maca¬bra" de la muerte: ambientes peque¬ños, .camillas viejas que ya ni rodar pue¬den, camillas sin sábanas, muchas ve¬ces sucias pero qué importa, con tal que atiendan a nuestros familiares y aquí sigue el trajín. Corriendo salimos con una receta al botiquín de emergen¬cia y nos hallamos con una cola que avanza lentamente, luego nos dan una factura para ir a pagar a caja otra larga cola y de nuevo a farmacia para recibir la medicina y luego ¡Oh, que sorpresa! hay que alquilar un taxi para recorrer otras farmacias pues en el hospital nos han vendido apenas la fenalgina y un suerito ¡No hay más!. Después de 2 horas sin dinero pero con el resto de las medicinas regresamos y el paciente si¬gue tendido sobre esa fría y vieja ca¬milla; y se escucha el eterno diálogo de nunca acabar ¡gasa! ¡No hay!, ¡por fa¬vor guantes! ¡Todavía no salen! ¡agua¬ya se terminó!, ¡un equipo de paracen¬tesis o culdocentesi "espere un ratito" (15'). Es decir la muerte danza y' danza al acecho.
Miguel Palacios Celi
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