Luchando por su vida
La tarde, estaba, muriendo, como mi amigo, transpiraban bronca las horas ¡Como mi Amigo! luía un hervor a impotencia en la alcoba y ahí estaba mi amigo Giorgio Michi Travia yacente, con muchos kilos menos, con la mirada extenuada, perdida en la agreste geografía de un mañana ausente, rodeado de sus seres más queridos, le estiré mi mano, se alegró de verme-siempre le alegraba verme- la apretujó con fuerza; asiéndose a la misma como una esperanza, como una solución, tal vez por ser mano de médico amigo.
Ahí estaba este trotamundos, nacido en Italia, vivió en Argentina y otros países y desde hace 24 años reside en Trujillo, junto a él, estaba su heredero biológico, social y artístico: Jonathan, hablamos un rato y recordamos cuando le increpaba que ponga el Teatro al servicio del pueblo, en su lucha por la liberación nacional, recordamos, cuando le increpaba su Indiferencia a Dios, recordamos las coincidencias y divergencias en lo político, en lo social y existencial y ahora ahí estaba, transitando con hidalguía, con dignidad, la dura trocha, el hirviente sendero cito-patológico de una neoplasia maligna que sin piedad, sin pausas razonables, destruye todas la instituciones fisiológicas de nuestro organismo y termina obstruyéndonos, quitándonos la respiración, el apetito, el necesario desfogue fisiológico, intoxicándonos sádica y lentamente hasta quebrar la voluntad de las víctimas, pero no era el caso de mi amigo, pues ahí estaba luchando como un gladiador, su voluntad podía más que el oxígeno nasal, sus ganas podían más que los cloruros, sus deseos podían mas que las sondas, sus ansias podían mas que los apósitos, sus gringas pupilas se humedecían me miraban fijamente y me decía ¿Qué chance tengo? ¡Tiene que haber algún medicamento que prolongue mi Vida!... Claro -le contestaba-tratando de darle ánimo, se quedaba pensativo, sabía que era un imposible, estaba lúcido, pensante, no quería farsas, ni mentiras piadosas y entonces me sumergí en ese charco de dolor y no encontré palabras, ni geometrías literarias, para consolar, para mitigar, sabía lo que tiene, lo que sigue, sólo agarré sus manos y le dije lentamente ¡Querido amigo estás dando una lección de valor, de fuerza de voluntad, de esperanza! y esta lección no sólo es para sus alumnos, sino para su familia, para sus amigos, nos estaba enseñando a soportar la tarde, recibir la noche y vivir la mañana siguiente; Le recordé que eran enseñanzas de Cristo, dijo que Sí, !e pedí permiso para comentarlas en público, me dijo que Sí, ¡Era un Creyente!, me despedí sabiendo que no volveríamos a conversar jamás, sabiendo que siempre vivirá ahí donde haya un célula que respira teatro, donde haya una obra teatral aplaudida y elogiada, donde haya un director exigente, talentoso y amigo, en cada éxito artístico de su hijo Jonathan.
Ahí donde haya una estrella fulgurante en el Cielo, que irradie luz y enseñanzas ¡Hasta Siempre Querido Giorgio!
Miguel Palacios Celi
Dr. Miguel lo conocí hace 17 años en una consulta que hicieramos con mi esposa en su consultorio que se ubicaba en galerías Quito, recuerdo que usted me pregunto por mi hermano Wilfredo, habian sido amigos en la universidad, hoy mi hermano ya no está entre nosotros, y vea usted amigo Miguel que al leer su artículo me entero que tambien fue amigo de Giorgio Michi mi maestro y amigo de teatro un hombre conspicuo y creativo como pocos... que pequeño es el mundo doctor y pensar que seres queridos nos han tratado en tiempos y épocas diferentes...lo qué es la vida no? un abrazo y que Dios lo colme de bendiciones
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