La importancia de reconocer nuestros talentos
Del latín talentum, el talento se trata de la capacidad para ejercer una cierta ocupación o para desempeñar una actividad. Suele estar asociado a una habilidad innata, aunque también puede desarrollarse con la práctica y el entrenamiento.
Muchos tienen la capacidad de reconocer el talento en los demás y a otros les cuesta hacerlo, pero pareciera un mal generalizado la incapacidad para autoreconocernos.
Muchos invierten tiempo en evaluar las posesiones de los demás, contrastándolas con sus capacidades, analizan si tienen el suficiente talento para haberlas logrado honradamente.
El mayor beneficio que nos podríamos otorgar es ocuparnos de nuestros propios talentos, esas capacidades innatas o desarrolladas que nos permiten crecer y modelarnos como seres íntegros.
El propio Jesús, en esta renombrada parábola, planteaba el tema de la siguiente manera:
Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré”. Llegándose también el de los dos talentos dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré”. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: “Siervo malo y perezoso.... Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
En la primera de las enseñanzas de esta parábola se alude a los dos primeros siervos. En ella se demuestra como los talentos, ya sean innatos o adquiridos, pueden desarrollarse. Y es que con estudio y práctica, con energía y dedicación, puedes más que duplicar tus talentos. También se observa cómo gracias a ese esfuerzo somos reconocidos a través de la recompensa no solo en el plano espiritual o el de los negocios, sino en cualquiera de los planos de tu vida.
En la segunda enseñanza se observa como el tercer siervo no produjo nada con su actitud. Esto es una manifestación de pereza, dejadez y desprecio hacia sí mismo. Es decir, si tú no te valoras, si no te reconoces, ¿cómo otros te reconocerán? O lo que es peor: ¿cómo vas a explotar tus talentos si desprecias su existencia?
Analiza lo que haces con tu vida, evalúa que tanto utilizas y desarrollas tus talentos. Dios te otorgó un cúmulo de capacidades, entre ellas la habilidad de perfeccionar e incorporar nuevas joyas a tu cofre de herramientas de vida. Está en tus manos impulsarte en ellas para reconocer la preciada gema que el mismísimo todopoderoso creó en ti.
“Muchos creen que el talento es cuestión de suerte, pero pocos saben que la suerte es cuestión de talento"
J.Benavente
Jaime Mora Director de www.impulsate.com
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