El Latín Moderno
Aparece en los siglos XV y XVI lo que ha dado en llamarse latín moderno. Los autores del renacimiento dan lugar a una literatura nueva en latín que imitaba el estilo de los autores clásicos, sobre todo el de Cicerón. En aquel tiempo se escribían en latín casi todos los libros de importancia, científicos, filosóficos y religiosos, lo que supone las obras del pensador holandés Erasmo de Rotterdam, el filósofo inglés Francis Bacon y el físico de la misma nacionalidad Isaac Newton, así mismo fue la lengua en que se producía la comunicación diplomática entre las naciones europeas.
A finales del siglo XVII pierde su condición de lengua internacional. No obstante, durante los siglos XVIII y XIX aún se conserva como lengua para los estudios clásicos, e incluso se han redactado en latín algunos tratados durante el siglo XX. Todavía hoy la Iglesia católica lo emplea como idioma oficial en sus documentos. En la enseñanza de esta lengua se han aceptado varias formas de pronunciación que suelen acomodarse a la pronunciación de cada una de las lenguas europeas derivadas del latín, la más generalizada es la que usa la Iglesia católica, muy parecida a la del italiano.
Lo que hoy se enseña es una reconstrucción del latín de la época de Cicerón. Hasta hace pocos años la enseñanza del latín en España se consideraba importante para conocer el patrimonio cultural y daba sentido a la enseñanza de la lengua vernácula. Se pronunciaban los nombres propios de forma análoga a como se hace en esta lengua lo mismo que ha ocurrido en otros países, y así el nombre de Cicero se ha pronunciado chíchero en italiano, zizéro y kíkero en español, tsítsero en alemán y sísero en inglés.
En la antigüedad, el latín poseía menos flexibilidad y riqueza que el griego; su vocabulario era más limitado y menos apto para la expresión de ideas abstractas. Los romanos, que conocían las limitaciones de su idioma, adoptaron numerosos préstamos griegos. Se trata de una lengua de sintaxis rígida y de dicción ampulosa, posee precisión y vigor, además se ha mostrado a lo largo de los siglos como un vehículo admirable para transmitir el pensamiento riguroso.
Su supervivencia ha seguido dos caminos: no sólo el propio latín ha permanecido hasta el presente como lengua literaria, sino que también está vivo en las lenguas románicas que representan la evolución contemporánea del latín vulgar; hay quienes consideran el italiano como el latín actual. Otras lenguas que no derivan del latín como el inglés o el alemán han incorporado a su léxico préstamos que proceden de aquella lengua, bien de forma directa, bien indirectamente a través del francés o del italiano o de cualquier otra lengua románica.
Es una lengua importante no sólo por su literatura, sino también porque al estudiar su evolución se adquiere información general sobre la historia de la lengua y de forma concreta sobre el origen y la evolución de las lenguas europeas contemporáneas.
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