La ambigüedad del cannabis en la sociedad actual
Como es habitual en nuestra vida cotidiana, muchas cosas que nos rodean tienen dos caras. Según su valoración personal, cada uno veremos el mismo objeto de forma distinta, y esto será siempre objeto de controversia. Este es el caso del Cannabis (Cannabis sativa). Odiado por muchos, y muy estimado por otros, esta planta posee la capacidad de levantar simpatías y antipatías a partes iguales. Y es que la conocida “cannabácea” puede tener diversas utilidades que según la perspectiva personal de cada uno puede impulsarnos a favor o en contra de su legalización.
El cannabis procede de las cordilleras del Himalaya, en donde ha tradicionalmente ha sido empleada con distintos fines: desde de fibra textil, fuente de alimento hasta materia prima para la obtención de aceites. De hecho, existen registros escritos datados en el 2737 a.c. en los que se describe el uso medicinal de esta planta. Sus efectos psicoactivos se proporcionados principalmente al “tetrahidrocannabinol” (THC), sustancia que se concentra en los órganos reproductivos femeninos y en la resina segregada por las glándulas resiníferas ubicadas en la flor de las plantas femeninas.
Existen diferentes estudios referidos al uso medicinal de la marihuana en los cuales se ha podido demostrar que su consumo terapéutico en enfermos de “glaucoma de ángulo abierto” resulta beneficioso en el 60% de los casos de estudio, reduciendo los efectos de la citada patología. Sin embargo su uso medicinal está muy restringido por la legislación local de cada estado, estando prohibido este en muchos países. Por otro lado, el consumo de esta planta en dosis excesivas tiene efectos muy perjudiciales para la salud como bronquitis, alteraciones del sistema cardio-circulatorio, y enfisema pulmonar. Los efectos en el sistema neurológico pueden provocar disminución de las funciones de atención, concentración, abstracción y memoria.
La conveniencia de la regulación legal del cannabis ha sido tema de intensa polémica en muchos países. La inmensa mayoría de países cuentan con legislación que prohíbe el cultivo, la posesión, la comercialización y el consumo del cannabis. Sin embargo, los productos no psicoactivos derivados de esta planta, como las fibras y las semillas, son legales en muchos países.
El autocultivo de cannabis es una práctica muy común en diversos países, siendo necesario para ello recrear unas condiciones especiales de crecimiento, especialmente en el cultivo de interior, solo alcanzables con ayuda de aparatos. Algunos de estos artículos son armarios de cultivo, empleados para recrear las condiciones de temperatura y humedad adecuadas; lámparas especiales para controlar el crecimiento y floración de la planta; sustratos específicos, que pueden agruparse en tres tipos: cultivos en tierra, cultivos aeropónicos y cultivos hidropónicos.
Por tanto hay que tener en cuenta que el controvertido cannabis es solo una planta con ciertos mecanismos y sustancias consecuencia del proceso evolutivo de la misma, y que en ningún caso debe ser motivo o causa de demonización. Es cuestión personal hacer un uso adecuado de la planta.
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